Well-ordering (XLII)

Reducir las cosas a dos, o a tres, si se quiere, no es lo mismo que reducir las cosas a infinitas cosas. Porque el fenómeno que presenta el mundo según un principio dualista o, dicho más occidentalmente, "di-aléctico", es solo una teoría. Y presentar la "Realidad" como infinita y plural, es otra teoría bien distinta. El principio "dualista" prende multitud de ideologías. Su forma de presentar el mundo, dividido en dos, es esencialmente polémica y conciliadora: La división se hace unidad en el origen, pero es oposición en el camino. Y por eso, de la unidad que los dos opuestos forman, se podría encontrar esa parecida forma con "tres". En este fenómeno encontramos lo uno, lo dual, lo "triple", la oposición y la generación: Todo junto, y según las escuelas, nunca revuelto. Se trata de una "teoría", tan extendida como la creencia en la divinidad. En mi opinión, es digna de un profundo respeto y merece ser objeto de atención, estudio y conocimiento. En mi opinión, su honda raíz, se debe a la naturaleza subjetiva del ser humano. En efecto, dado que el "yo" personal es el residuo de nuestra vida, la emergencia del entorno del "yo" es, por decirlo categóricamente, simplemente necesaria. Es como si todo se pudiese reducir y reducir, pero nunca más allá del "yo" y del entorno del "yo": o sea, de uno mismo y de lo demás. Teniendo que de este fundamental fenómeno no podemos, físicamente, desencadenarnos, entonces la cuestión de nuestro origen y el hecho de la generación, son primordial y espiritualmente producidas. Y aunque lo uno, lógicamente, va antes que "lo dos", como sea que lo nuestro es "lo dos", nos pensamos que "lo uno" es nuestro, y nos lanzamos a su reproducción.

Cuando las cosas no se reducen a uno mismo y lo que lo rodea, sino que se detiene la gravitación del "yo", el primer residuo es la pluralidad. Se diría que la pluralidad solo se puede reducir a la pluralidad. Se diría que la generalidad solo se puede reducir a la generalidad. Se diría que la unidad solo se puede reducir a la unidad. O sea, se diría que el infinito produce el infinito; que el infinito es uno cuando el yo es uno.

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