La división de la Libertad (1)

¿Si negar a los demás es hacer el mal, por qué se puede hacer el mal?

La cuestión ya no será cuál es el mal, sino por qué es posible hacerlo. Se diría que por razón de la libertad. Y entonces, se preguntará si es necesario que habiendo libertad, haya mal. Respondamos por partes.

Pues, dado que hay libertad, esto significa que hay un órgano decisor, un tiempo, con presente y futuro y un conjunto de posibilidades para elegir. Además, suponiendo que el órgano decisor sea algo en sí mismo, se concluirá que sus decisiones habrían de tener una razón de ser. De lo contrario, sería un caos, y tampoco se podría hablar de libertad.

Prestemos atención a los objetos y fines de la decisión. Aquí, se observará que una vez elegido uno, por necesidad los demás quedarán apartados. Esto nos presenta una realidad con dos clases: la de la elección y la de lo descartado. Se puede afirmar, entonces, que el sistema que se constituye en torno al órgano decisor, incluye estructuralmente una división en dos de la materia a elegir. Y aunque pareciera que esta división nace en el acto de elegir, hay que decir que en la medida en la que existe una razón de ser del sistema, entonces, la división también tendrá razón ser. En la práctica, esta razón de ser, se comprueba mediante la verificación de criterios estables de selección.

El hecho de encontrarnos con dos especies en el ámbito objetivo de la elección, permite, propiamente, la asignación de una denominación a cada una. Por ello, se tiene que una clase puede denominarse como "bien" y la otra como "mal". Nada lo impide. Por lo tanto, si hay libertad, es necesario que haya "bien" y "mal" (entendidos en el sentido de ser simplemente los nombres con los que se designa a cada uno de los conjuntos de cosas que son elegidas o descartadas mediante el ejercicio de la libertad).

Ahora, retornaremos a la pregunta inicial.

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