Being

¿De qué nos deberíamos preocupar si somos obra del Todopoderoso? En principio, ¿solo si esto no fuese así cabría iniciar la especulación? De hecho, la especulación ya se habría iniciado con la mera suposición que somos una obra. Porque ¿qué deberíamos temer excepto el cumplir la voluntad del Hacedor? Y aun así, incumpliéndola ¿qué temer verdaderamente del Todopoderoso? Hablo de preocuparse o temer como si esto fuera la clave de la vida en el exilio paradisíaco. ¿Qué es preocuparse en este contexto? ¿Se puede vivir sin preocuparse de nada, esto es, confiados plenamente en nuestro Padre? O, por el contrario, ¿por qué no preocuparse de todo y temer todo, al modo de esa fobia que el griego arcaico del antiguo testamento dicta debe tenerse por Dios?

Pudiera ser que la actividad cerebral no comenzase con un por qué, sino registrando fenómenos. Y esto resulta casi evidente, pues la primera pregunta que nos hacemos, no llega hasta mucho tiempo después de haber sido engendrados. Pero también podrá decirse que mientras el bebé está en el seno de su madre, le ocurre algo parecido a lo que en general se dice con el término preocupación: El hecho inconsciente de un recién nacido al producir ciertas señales, para trasladar al entorno su necesidad o deseo de alimento, no debería entenderse como algo típico solo de la vida extrauterina. Y es que, mientras crece en el seno de su madre, los mecanismos de intercomunicación entre las partes, de actualización prácticamente simultánea conforme las condiciones cambian en sus ecosistemas, funcionan como lo hace el grito, el lloro, o mecer provisionalmente. Digamos, que al cortarse el cordón, la forma con la que el bebé se intercomunica con el mundo, usa más y nuevas vías de intercambio. Con el tiempo, su mente cada vez comprenderá más datos de los que podría depender la satisfacción de sus necesidades. Pero a estas alturas, resulta ya más evidente que en el fondo, ha de darse una operación de cálculo (consciente o inconsciente). Esta actividad podría guardar relación con la preocupación de la que se estaba hablando.

Y así como al cambiar las condiciones, aunque manteniéndose las necesidades, cambian los medios que usa el sujeto para satisfacerlas, ¿no podrían también cambiar las necesidades? ¿O también era una necesidad en el seno materno el amor que necesitamos de adultos? Lo que parece evidente, en todo caso, es que si tenemos necesidades se desencadenará un mecanismo para su satisfacción que implica el efecto psicológico de la preocupación y el del estrés físico. Entonces, ¿qué necesidades tenemos? ¿Se diría que al menos algunas se resuelven mecánicamente? ¿Solo tenemos ese tipo de necesidades? ¿Se pueden reducir todas al tipo de necesidad de la supervivencia? Entonces, ¿habría otras que además no se resolviesen mecánicamente? ¿Existen preocupaciones sin necesidad?

Digamos que una necesidad es algo que forzosamente está encadenado con otra cosa. Digamos también que al tratar con la necesidad, debería respetarse, en principio, su radical incompatibilidad con la posibilidad. Por ejemplo, si para pasar un torno es necesario escanear la huella, esto debería significar que es imposible pasar de otra forma; pero como sea que sí se puede pasar de otras formas (supongamos que por debajo), no se estaría hablando de necesidad en el sentido en el que se ha dicho, sino en el de algo obligado: lo que sí es compatible con la posibilidad. Por ello, al hablar de necesidades humanas, estrictamente (y no en el sentido de obligaciones humanas), es necesario (obligado) tener presente esta distinción. Por ejemplo, una necesidad humana, tal y como en sentido estricto se viene definiendo, sería la misma vida en relación con la muerte (pues ambas son humanas). Y quizás esta sería la única necesidad humana propiamente dicha; si acaso porque relaciona el alfa y el omega de nuestra vida. Se observará que esta necesidad, significando claramente su sentido estricto, se refiere en el lenguaje habitualmente con la expresión "Ley de vida". Otras muchas necesidades humanas, no nos envolverían por completo, como esta ley de vida, sino que sus cadenas quedarían, por decirlo de alguna forma, colgando de nuestras manos. Esto es porque, estas otras necesidades y lo que encadenen, formarían unos conjuntos que serían contemplados por toda persona como una posibilidad. Por ejemplo, la necesidad de comer para vivir, es una posibilidad frente a dejarse morir de hambre. Como se comprende, se habla de necesidades pero para nosotros es posible manejarlas. También esto debería ser tenido en cuenta cuando se hable de necesidades humanas.

Nosotros podríamos dividir la vida humana en dos categorías. Una, de carácter trascendente, sería la que comprendería esa vida que antes se ha dicho que está forzosamente encadenada a la muerte; la otra, comprendería la vida en un sentido inmanente, como algo propiamente nuestro. En este último sentido era tratada la vida humana cuando antes se le encadenaba el comer como necesidad suya. Pero también nos podríamos preguntar si en este último sentido, la vida humana no podría ser necesidad de alguna otra cosa, como pudiera ser la felicidad humana. Porque, satisfechas las necesidades de nuestra vida ¿es eso todo?

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