Well-ordering (XXXIV)

La vía de la libertad sigue siendo como enfrentarse a la madre de Quimera. Se podría pensar que la libertad debería ser algo que en sí mismo, cuando se expresase, sorprendiere a Dios. Lo contrario sería decir, tanto que no hay escenario posible que Dios no tenga previsto; como que actualmente conocería cuál de todos los posibles es el que va a ocurrir. O sea, o aquello o no habría absolutamente nada que vaya a ocurrir de lo que Dios no pueda dar cuenta antes, ya mismo, o ahora (aunque para salvar la libertad humana, habría que decir que sí desconocería cuál de todas las posibilidades que sí ha previsto va a suceder).

Sin embargo esta composición ni habla de la libertad de Dios, esto es, si puede crear un ser superior a Él; ni ciertamente reconoce la libertad del hombre: porque nada de lo que hiciésemos sería creativo. Desde este punto de vista, nuestra libertad se localizaría entonces en la actividad de realizar la posibilidad. Esto es, la actividad de decidir qué, de todo lo posible en cada momento, componemos. Lo cual, volviendo al principio, o sorprendería a Dios, tratándose entonces de una plena libertad, puramente creativa; o no, tratándose en este otro caso de una clase de libertad (y solo si para Dios cada composición nuestra, antes de ser hecha por nosotros, fuese una mera posibilidad): una libertad ceñida.

Ahora bien, como sea que estamos hechos a su imagen, también nosotros deberíamos de poder ser creativos, y en consecuencia poder ver la nada que esos monstruos tapan cada vez que miramos.

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