Democracia y dictadura: sobre el gobierno (XVI)

La energía del gobierno es el orden. La creación congénita brota tan pronto como brota ese mismo orden obrado por los individuos. Este tipo de orden se podría dividir en tres clases: donde ir, cómo ir y el cumplimiento. En cuanto al donde ir, se trata del objeto mismo de la creación congénita. Su ideación completa produce un arquetipo. Como en las demás clases de orden, este es también un proceso y por lo tanto comparte las reglas del orden general relativas al cómo ir y al cumplimiento. El cómo ir, se diferencia porque es proporcional al donde ir. Pero tiene su propia especificidad porque dentro de la idea no se encuentran las funciones relativas a las combinaciones de medios, sino que se presumen sus resultados. Finalmente, el cumplimiento es la clase de orden relativo a la concordancia entre lo deseado y lo realizado; y la falta de concordancia es una constante que exige la permanente actualización en cada una de las clases del orden. Con todo, diríamos que el gobierno, reuniría juntamente orden y personas, sin ninguno de los cuales saldría a la luz la creación congénita.

Así como el orden sería su energía, las personas serían su poder. Supongamos, por ejemplo, una creación congénita cual es una pieza musical a 7 voces. Digamos que un compositor tiene la idea y se decide a escribirla; después, él mismo se encarga de buscar los intérpretes, reunirlos, prepararlos y mantenerlos comprometidos; se encarga así mismo de promocionar el estreno y de todo lo relacionado con este; también se encarga de dirigir la actuación. Diríamos entonces, que este compositor habría encarnado el gobierno de esa creación congénita. Consideremos por lo tanto, la posibilidad de que el poder del gobierno pueda ser personificado en un solo individuo. Pero, ¿pensaríamos que otros gobiernos, relativos a otras creaciones congénitas, deberían contar con la pluralidad de individuos?

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