Well-ordering (XXXIII)

Una vuelta más. Pongamos la atención en el hecho de la realidad; o como queramos sino llamarla, fuese eso tanto todo el mundo cuanto nuestro mismo ser. De nuevo preguntémonos cuál es su origen, insistiendo hasta que se escuchen los desasosegantes sigilos que vendrán desde el emocionante infinito. Pero entonces, ya seremos una víctima; y si seguimos, una mente a la deriva.

La emoción entre esa pregunta y el infinito que despierta, es como cuando miras a pulmón debajo del agua; o como cuando deseas ser el otoño o la primavera.

Pero quizás el soplo del infinito solo sea un aviso: un mensaje de error. Podría ser un recurso racional que aparece cuando la mente se conduce erráticamente; igual que cuando la voluntad se propone hacer daño a otros, que se nos presenta ya la idea de merecerlo nosotros. En esto, digamos que la mente pisa siempre sobre un terreno, que a veces se viste con la idea de infinito, otras con la de la interrelación; y así, de otras distintas formas a través de las cuales se nos manifiesta y habla esa tabla rasa que es como el mundo entero codificado.

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