Democracia y dictadura: sobre el gobierno (XV)

Como sea que la fuerza natural que empuja al individuo humano a hacer cosas conjuntamente con otros individuos ha de ser llenada con objetos personales, esto es, con deseos humanos, siempre hay una voluntad de gobierno en marcha, aunque sea la de robarse unos a otros. Al respecto, se viene admitiendo que la voluntad de gobierno ha de residir en una voluntad individual. En defensa de esta tesis se mantiene que ningún colectivo tiene voluntad.

Supongamos un par de operaciones conjuntas. Se distinguirán según puedan o no ser realizadas individualmente. Porque nos guiamos por el entendimiento de que la naturaleza congénita impone su poder dentro de aquellas cosas que solo son realizables por un conjunto de individuos. El fundamento de la distinción consiste en el reconocimiento de la unidad del individuo, así como en el de la unidad de la comunidad de individuos; teniendo en cuenta estos dos términos, se considerará que cada una de estas dos unidades es capaz de producir cosas que son exclusivas para cada una de ellas. Como en este sentido ya se han ofrecido ejemplos en otros sitios, traeremos el recuerdo de un rascacielos, como ejemplo de obra imposible de realizar para un individuo solo; o el de una idea, como ejemplo de una producción de hechura imposible para una comunidad de individuos. Al respecto, habrá también que considerar cómo mediante la adopción de acuerdos, la comunidad de individuos puede llevar a cabo resultados que también, y propiamente, son realizados por los individuos; como cuando varias personas deciden hacer juntas una poesía, una escultura o un discurso. Sin embargo, en todos estos casos, se trata claramente de la conjunción de ideas individuales.

Tomemos de ejemplo la actividad de pintar un cuadro: Varias personas se concertarán para realizar conjuntamente un lienzo. Dividamos en dos fases el proceso: una primera dirigida a diseñar la obra; una segunda dirigida a plasmarla en la tela. Sobre la primera fase: Vayamos desde el resultado final hacia lo anterior. De esta forma, nos encontraremos con el boceto, como resultado final, compuesto, por ejemplo de diferentes elementos, como el color, las formas concretas que se representarán, su disposición espacial, su volumen, postura y rasgos, etc. Retrocediendo desde este boceto, supongamos que los componentes han sido elegidos por varias de las personas participantes en la obra. Y retrocediendo un poco más, supongamos que algunas de estas personas han elegido distintos temas para representar, de forma que el boceto los reunirá a todos estos. En la segunda fase se ejecutará el boceto. Supongamos que acuerdan quiénes de ellos pintan cada tema; las divisiones y colocación de los temas, etc.; y así, incluso avanzan en la ejecución hasta la conclusión de la obra mediante acuerdos que van tomando conjuntamente. La cuestión es la relación existente tanto con el individuo como con el colectivo de los artistas, que presenta el orden que desde el principio ha servido de cohesión entre las aportaciones de cada persona participante (como pueda ser por ejemplo, la regla inicial de reunir en la pintura varios temas).

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