¿Qué es el comunismo? - Apéndice sobre la buena voluntad (1)

La buena voluntad de la que antes se ha hecho depender el valor de la dignidad, es aquella que hace al individuo digno de sí mismo. Decir que uno no se merece a sí mismo, es afirmar que el individuo es una maravilla y que por obra de uno se desmerece.

Una vez más se ha de contender el hecho de la obligación. Y si estamos obligados a tener una buena voluntad, aparece el problema de no tenerla y, por tanto, la posibilidad personal de no ser uno como debería ser. Entonces, el individuo ya no sería una maravilla y se tendría que volver a explicar qué es eso de ser digno de sí mismo, ya que la esencia de uno mismo no sería una maravilla. Pero cuando uno quiere ser algo que aún no es y después lo consigue, no se puede afirmar que mientras no era eso que después consiguió era lo contrario de eso. Por lo mismo, merecerse a uno mismo, no significa que ese mismo merecido esté fuera de sí, sino que el individuo tiene obligaciones inherentes a su ser, de forma que si las cumple, se estará comportando dignamente. La libertad no tiene por qué ser la otra cara de la obligación. El hecho de estar obligado no significa que no se sea libre al respecto.

La libertad es un poder por el que se crea algo de la nada. Sin embargo la obligación no es la falta de ese poder debido a que lo que se cree ya está predefinido o virtualmente creado; la obligación es la causa respecto de la consecuencia cuando la causa puede evitarse. Es como un tipo de ley, donde el sujeto es el ser humano. Se argumentará que como el requisito de la evitación es manifestación de libertad, entonces la obligación, si no la otra cara, sí es función de la libertad. En contra se dirá, primeramente, que ni la libertad para incumplir una obligación sería incompatible con esta, que se mantendrá igualmente coexistiendo; ni se le opone de otra forma, como cuando uno libremente acepta sus obligaciones. Digamos que la libertad se ordena dentro de la creatividad y la obligación dentro de la racionalidad.