¿Qué es el comunismo? - 6

Se ha observado antes cómo la libertad humana tiene que ser considerada al tratar sobre el valor de las cosas. Pero si partimos de la concepción de un mundo que se nos ha dado ya creado, lleno de riquezas puestas a disposición de nuestras facultades humanas, y de la imposibilidad de descontar de ningún cálculo toda esa riqueza, sería a propósito preguntarse qué significa no tener nada.

En primer lugar, se ha dicho que no puede ser descontado el valor de las cosas que constituyen nuestro medio ambiente, entendido este en el más amplio sentido, porque lo dado sería algo completamente intrínseco. Claro que se puede decir que un vaso de zumo de uva vale el doble que un vaso de agua, pero esa afirmación no tendría un sentido justo si no viene razonada. Y así, para razonarla, es imposible avanzar sin contemplar la relación natural con la que cada uno de esos vasos se nos presenta. Supongamos que debido a una mutación genética, todos los miembros de una población determinada adquieren gran resistencia al calor; consecuentemente el aire acondicionado dejará de ser necesario y toda esa mercancía dejará de tener valor. Entendamos que una definición debe contemplar todos los supuestos previsibles.

No tener nada, no parecería ser algo posible teniendo en cuenta la riqueza que representa el mundo creado y que rodea a cada ser humano. En el peor de los  casos, uno tiene aire que respirar. En efecto, resulta prácticamente inevitable pensar que estar vivo es sinónimo de tener algo. Sin embargo, tener más o menos sí requiere tener en cuenta las diferencias. Pero el más y el menos, situando el criterio diferenciador en el individuo, tampoco deberían servir para generalizar lo que significa tener mucho o poco: a no ser que la diferencia sirva para todos. Por ejemplo, para Luis XIV, tener poco no "pesaba" lo mismo que para un cahuilla californiano de su misma época. Sobre esta materia relativa al tener mucho o poco, existe una enorme tendencia hacia la generalización. Es muy frecuente reducir a montantes de dinero las simples nociones de tener mucho o poco.

Digamos para empezar que por mucho que uno tenga no puede tenerlo todo y que nada quede para los demás. Es cierto que si se quisiera se podría conseguir dejar a los demás con muy poco de algo; pero se podría siempre que ese algo fuese una cosa, entendamos, que se pueda encerrar. Pero nadie puede encerrar para sí todo lo que hay, por muchos que se junten. Esto es, ni siquiera la humanidad entera puesta de acuerdo, podría tener para sí todo lo creado. Al fin y al cabo, cualquiera siempre ha de tener cosas. Y también deberíamos decir que el ser humano no necesita tener tantas cosas como a veces parece.

Además, no es lo mismo pensar que el ser humano produce cosas para tenerlas que pensar que lo hace para sentirse creador. Se trata de necesidades distintas. Así, suponiendo que la necesidad de sentirse creador es primordial, el hecho de tener cosas, puesto que no sería la razón de que existan, tampoco sería imprescindible. Y si así fuese, el tener más o menos no diría nada sobre la dignidad de la persona. Si la dignidad de la persona no se ve afectada por la cantidad de cosas que ella tiene, resulta que lo que se llama pobreza no perjudica al individuo. Parecería, sin embargo, que la realidad es al contrario, que la pobreza afecta y la riqueza beneficia; y por tanto, resultaría que quizás hacemos las cosas porque las necesitamos, y entonces, tener más o menos sí influye en la dignidad de la persona.

Pues digamos entonces que el individuo humano tiene necesidades materiales. Se podría así decir que su salud física y mental dependen de ello, aunque no solo de ello. Por eso, se podría concluir que en la medida en la que esas necesidades permanezcan insatisfechas, su dignidad estaría perjudicándose. Pero como se decía antes, estas cosas que por naturaleza nos incumben podrían ser muy distintas de las que se dice que hacen a uno pobre o rico. Si así fuese, de nuevo nos encontraríamos con que las categorías de pobre o rico no suponen afectación de la dignidad del individuo.

Pensemos que por un lado, es una constante en la historia humana el ejemplo de seres humanos que disfrutan de envidiable salud y que al mismo tiempo disfrutan de muy pocas cosas de las que los hombres hacen. Todos tenemos ejemplos muy cerca: Por lo que la muestra de todos los ejemplos viene a adquirir un cierto carácter universal. Entonces, quizás cabría decir que alcanzado ese mínimo, donde la pura necesidad humana quedaría satisfecha, todo lo demás no nos atañe por naturaleza.

Lo que quiero examinar es si este mínimo es algo que se puede enajenar, o si por el contrario todo ser humano lo tiene siempre a su alcance.

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