Well-ordering (XIX)

Qué es lo que la nada pueda ser no es una pregunta tan extraña como parece a primera vista. Teníamos, en primer lugar, aquella clásica sentencia que afirmaba, que "de la nada, no hay nada". Y desde luego que se trata de un principio, o si se quiere de un axioma; según quien lo mire. Pero claro, esto nos cierra todas las puertas porque, aunque la sentencia usa el concepto, lo excluye eterna y universalmente. Pero ahora no se puede dudar del ser, porque es lo que tenemos ante nosotros. Lo que se quiere decir es que si es algo ¿acaso no puede ser otra cosa? Porque eso sería la libertad. Y puesto que esa otra cosa que podría ser el ser no lo es en ese momento, ni lo ha sido antes porque se habla de otra cosa contemplando el ser en su totalidad, entonces, usando la terminología propia del "origen de las cosas", esa otra cosa habrá de "venir" de la "nada".

Si la libertad no guardase relación con la nada, esto es, si no fuese idéntica a sí misma, ciertamente que se vislumbra el horizonte del ser inmóvil, y por demás valdría añadir que sería uno y eterno. Porque si el ser no puede ir a la nada, entonces no se puede mover lo que no tiene a donde ir y en lo que ya no esté; pero eterno y uno, si hay ser y es inmóvil ¿cómo decir que es plural y que ha tenido un principio salvando su inmovilidad? Quizás por lo mismo se buscaron paradojas como las de Aquiles y la tortuga que rascaban en las contradicciones del movimiento. Y es que parece inverosímil que se pueda sostener que la realidad no debería moverse. Los principios que nacen alrededor de la idea del equilibrio prácticamente vienen a lidiar con esta cuestión. Porque si el todo no se mueve, por lo menos que lo que se mueve hacia arriba sea porque hacia abajo se mueve lo otro. Y así todo movimiento es como una referencia a lo que se conserva. O sea, es movimiento y no lo es al mismo tiempo.

¿Pero por qué nos produce tanta incertidumbre la idea de una realidad donde la nada existe? Recuerden antes de nada que, tratar de llenar de significado el concepto de la nada contradiría ese mismo intento porque la nada parece apuntar a ser lo contrario de aquello que es. No obstante, hemos querido identificar a la nada, no por lo opuesto a algo, sino por un lugar: el lugar anterior a lo que es libre. Sin embargo, así tampoco se despeja la contradicción de tener a algo por lo que no debe ser nada. Notemos la posibilidad de si cuando algo no respondiera a una condición previa nada de lo que ya exista podría servirle de necesario antecedente. Esto nos sitúa en la posibilidad de la nada como el antecedente de ese acontecer no condicionado. Y con todo, aun así, parece que permanece el tiempo como una constante de este discurso. Parecería que aunque la libertad viniese de la nada, tendría que responder al tiempo por tener un "antes de ser lo que es": ¿A dónde nos lleva el tiempo? El tiempo sería como la primera impronta de lo que es la imperecedera sucesión en la que se mueve la realidad. Y entonces, si la libertad no viene de nada, donde ella está no existe el tiempo. Por eso no vendría de la nada, sino que habitaría donde el tiempo no existe.

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