Sobre el poder (4)

Por un momento voy a recuperar la cuestión de las obligaciones cuando provienen de fuentes humanas distintas a nosotros mismos.

En primer lugar vamos a dimensionarlo. Y la cuestión no cambia en este sentido siendo su pregunta si será o no contingente. Y ya se dijo al principio que no solo había obligaciones que venían de uno mismo. Pero vamos a centrarnos en aquellas que provienen de los demás más que en aquellas que tradicionalmente se han venido refiriendo con nombres como ley natural, divina, naturaleza, etc.

Más que nada se trata de aclarar si siempre tiene que existir alguna obligación que provenga de otros o no. En términos de doctrina corriente, se expresaría como preguntándonos si el ser humano podría vivir sin leyes políticas o no; o sin una organización que rija parte de los comportamientos de la gente. Aquí, aunque conforme uno se adentrara en el examen de la funcionalidad gubernativa la respuesta sobre su necesidad pudiera diluirse, la evidencia de la no contingencia sobresale. Digamos que el gobierno político es necesario. Digamos, una vez más, que el ser humano es necesariamente parte de una comunidad política y digamos que necesariamente la comunidad política está autoorganizada. Diremos que esa organización se basa en la producción de obligaciones porque partimos de la base en la que obligaciones políticas, autoorganización, gobierno, comunidad política y poder son características interdependientes e internecesarias. No se dan unas sin otras y entre unas y otras existe una permanente influencia.

En esta posición, la cuestión que se plantea es la misma desde que tenemos fuentes escritas de nuestra historia: Cómo se ajusta la libertad individual con el poder de la comunidad. ¿La libertad de quién le permite sustraerse al poder de la comunidad? Digamos que nunca en nadie.

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