Qué es el comunismo - 4

Bueno pues, traigamos de nuevo a la imaginación ese patrimonio del Sr. Crusoe que estábamos considerando en su conjunto. Tratemos de pensar en los vínculos que esconde con la actividad de su dueño: que una veces serán de transformación y otras de conservación. En todo caso, deberíamos decir que ese patrimonio es producto de un trabajo; aunque no solo humano, porque la tierra, el agua, el Sol, los metabolismos animales, etc., también operan. Y entonces, ahora que lo hemos vinculado con la actividad humana, habremos de volver a preguntarnos por su valor. Pero resulta que al final se obtiene lo mismo; y eso a pesar del fantasma que nos mezcla tanto a nosotros como a nuestro deseo de poseer parte de ese patrimonio. Pero no es el caso; pues al Sr. Crusoe le seguirá siendo posible comportarse respecto de ese patrimonio según su libre albedrío: y por tanto considerándolo en su totalidad unas veces dándole un valor y otras otro.

¿Podríamos concluir que el valor de lo que es de uno, tomado en su conjunto, varía según nuestro libre albedrío? ¿Y no habría que concluir lo mismo si se tomasen los bienes de uno por separado? Veamos, en primer lugar, esto último; ya que antes nos parecía aún más evidente que por separado, el valor de cada uno de los bienes dependería de la voluntad del dueño. Y esto es así, porque un día preferirás echar a perder un poco de leche y otro un poco de harina. O dicho de otra forma, un día apostarás con más decisión por utilizar el recurso ganadero y otro el agrícola; o uno por la lectura y la inspiración que ella te transmite y otro por sentirte bien vestido y presentable; o finalmente, dicho de otro modo, un día preferiría salvar en caso de incendio un libro y otro un cordero. Y yo no diría que se trata de un valor de uso; sino que se trata del valor que el sujeto libremente quiere darle: un valor libre.

Supongamos que las cosas que nos rodean, de las que producen los seres humanos, toman valores según nuestras necesidades. Deberemos entonces observar que las necesidades humanas se actualizan permanentemente; lo que quiere significar que en cada momento las necesidades de uno son distintas; para que nos hagamos una idea, se trata de un sistema singularmente variable. También es cierto que muchas de las necesidades que sentimos son mecánicas y a grandes rasgos, se podría decir que son repetitivas; otras nacen y se mantienen de distintas formas presentes, latentes o recurrentes. Pero detrás de toda necesidad humana existe un principio de variabilidad que hace de su imperio una fuerza regulable por la libertad del sujeto. Digamos que lo que necesitamos en cada momento es distinto en relación con los momentos anteriores y posteriores. Y podríamos concluir que las notas de valor que tomasen las cosas que necesitamos cambiarían incesantemente en función de la libre regulación que hiciésemos de nuestras necesidades... (continuará)

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