Well-ordering (III)

Me gustaría, una vez más, volver a hacer pie en alguna orilla. Porque, hagámonos eco de la variedad de cosas que observamos cada vez que miramos al exterior, o de las imágenes y pensamientos con que acompañamos a la mente cada vez que la proyectamos hacia el universo. Desde luego que nos encontraremos entre una multitud de objetos a los que ya nos hubimos acostumbrado. Seguro que es una multiplicidad concreta. Pero supongamos que este mismo exterior junto con el universo que alcanzamos a ver, fuese observado con una mirada como la que nosotros lanzamos, solo que miles y miles de millones de veces más amplia; de forma que todo esto que desde aquí alcanzamos a medir fuese desde esa otra visión solo uno de los árboles de otro jardín, o un simple átomo de algo, o una ola de algún inmenso mar de mares. Y pienso que lo que a nuestros ojos, aquí y ahora, fuesen árboles o electrones, o lo que sea ahora el conjunto de cosas de esta multiplicidad que nos rodea, fuere todo junto un eslabón unido en el aire a otros para quien viera las cosas con la altura del infinito. El vacío, entonces, que pensamos que hay entre planeta y planeta o entre electrón y núcleo, que sea así la materia de los electrones de esos eslabones. Quiero decir que es cierto que la arena que pisamos es arena, pero no sabemos qué es lo que la separa del árbol…, pues entre medias habría un infinito latente.

De nuevo, habrá que considerar que decir algo comprende al menos dos cosas: una donde el algo está con todo lo demás y otra nosotros mismos. Y por eso estaremos siempre divididos. Porque si el ser es división el infinito es un no-ser, ya que devora toda idea de límite. Y lo que es, no-es; y el ser no es división. Y resulta que una vez más, al mirar, delante sigue apareciendo la asombrosa inmensidad del espacio.

Es como si el preguntarse por el ser implicase responder a dónde va o de dónde viene la cosa; incluso si tales respuestas no fueran necesarias en nuestra relación con la cosa, resultaría un vacío si se hablase de su ser sin conocer esos extermos. Además si unas cosas vienen de otras, resulta igualmente implicado responder sobre el ser de las que van primero y el de a las que se conducen todas. Y también, entonces, nos surge la misma pregunta sobre si el desconocer tanto aquellos extremos, como el ser de estas últimas y primeras cosas nos impediría conocer a las demás. Habría muchas cosas que tendrían un principio y un final y quizás unas y otras estarían relacionadas y podría ser que unas fuesen primero y otras después. Y ciertamente se habrían presupuesto más cosas y se hubiesen asentado respuestas, como que habría movimiento, que habría tiempo, origen o fin.

Otra cuestión es entender si cuando se indica el movimiento debe concluirse que existe algo que no es movimiento. Esto es, si además de con el ser darse al menos dos cosas (sujeto y objeto), como se dijo antes, se implicará también que el ser, por serlo, se distingue ya o de un no ser él o solo de otras cosas sin más. Así: si digo que esto es movimiento ¿significa eso que todo lo que queda fuera del movimiento es no-movimiento, o por el contrario la justicia ni es movimiento ni no-movimiento? La negación del ser, en cuanto que con ella se quiera significar todo lo que no es el ser particularmente negado, ha de implicar un mundo finito porque solo así, podrá entenderse el ser mediante el no-ser. Pero si el mundo es infinito, lo que queda fuera del ser particular es infinito y por tanto llamarlo no-ser con respecto al ser particular con el objeto de conocer mediante ese no-ser al ser, requeriría reunirlos a todos. Pero el infinito es inabarcable. Entonces el no-ser resulta ser algo solo desde el ser si este es finito y se conoce. Si no es así, el no-ser es un infinito. Pero si el ser es divisible, cada parte suya será tanto una parte como no-será la otra u otras partes. El problema del no-ser, como se observa es equivalente al del ser: porque si dices el no-ser, tienes que decir el no-ser qué. Esta es una razón para entender que de lo general solo se puede ir a lo particular si se conoce lo que es lo general. Con todo, parecería posible señalar una silla en concreto y dividir todo lo que exista en dos grupos: la silla, por un lado, y todo el infinito restante que no-es la silla por el otro lado; y sería como decir que una silla (o esa silla) no es el infinito. Y sin embargo podría verse el infinito dentro de la silla pensando en que un átomo suyo se ha de dividir indefinidamente en partes más pequeñas.

Se puede comprobar que, por lo menos a simple vista, la materia es divisible. Igualmente, las cosas que representan los conceptos, como la igualdad, la belleza o la altura, también parecen divisibles, aunque estos no según su volumen sino, por decirlo de algún modo, de su secuencia. Cosas como la luz, o el sonido, también parecen divisibles según su intensidad. Digamos que lo que en cada una de esas divisiones se conserva depende de cada grupo. Pero, en general, cuando algo se divide en otras cosas, podría ser que la división conservase en cada una de las partes divididas algo de lo que se divide. Lo contrario sería afirmar que la cosa en la que se divida algo sufrirá una transformación en todo su ser. Si por ejemplo la paz se definiera como aquel estado de una relación entre personas que favorece su cooperación mutua, una división de la paz podría consistir en el reconocimiento de su estado, el acuerdo de su constitución, el trabajo de su mantenimiento, etc. Así, en cada una de estas divisiones suyas, parece, no obstante, que se conservaría el nombre de la paz. En el caso de la materia parece que se conservan, en última instancia, los componentes primarios de la misma. O en el caso de la luz, se conserva su luminosidad. También la experiencia parece decirnos que las cosas se pueden dividir indefinidamente. Ahora bien, ¿cómo se divide indefinidamente una familia? ¿Es indivisible el individuo humano? Y ha de resultar que si en cada momento una persona podría dividirse en todo el inabarcable mundo de significados que reúne, conservando en definitiva su nombre, también en algún momento siguiente se hará posible una semejante división.

La unidad, en tanto que el ser parece que al concretarse se reduce a ella, plantea semejantes cuestiones a las que nos están ocupando. De hecho en todo lo anterior se han estado tratando problemas donde los elementos que los articulaban eran unidades. Incluso al suponer el todo, es necesario dotar a esta noción de una cualidad que lo englobe: esto es, que lo haga uno. El ámbito que haya entre una unidad y otra de entre todas las que identifiquemos, o incluso entre todas ellas entre sí o con el infinito, supone plantearse si lo que separa una unidad de otra es una unidad o la nada. Ciertamente si se reconoce la existencia de unidades se ha de concluir que entre ellas existe algo distinto a cada una. Pero si todo son unidades, porque lo que las separa es también otra unidad, entre unas y otras no queda espacio para nada. Pero si no hubiese espacio para nada, tampoco podría surgir ninguna unidad nueva, y en consecuencia la libertad sería simple movimiento y el infinito algo inmóvil. Pero si el infinito fuese inmóvil sería todo lo mismo y lo mismo sería todo, y la unidad sería lo mismo que el infinito. Y si el infinito se mueve, entonces lo que no era será y donde existía solo una unidad existirá solo otra. Por eso, si las unidades son inmóviles, si su ser no cambia, y entonces ni tendrán principio ni fin, el ser parecería ser una eternidad sin tiempo: pero si ser es lo mismo que ser eternamente inmóvil, entonces todo es indivisible. Y si el ser es divisible y móvil tiene que ser finito y unidad. Entonces si el ser fuese finito, móvil y divisible y el todo infinito, el todo no puede ser unidad que es finita. Y si el todo no es unidad es múltiple y entonces es al mismo tiempo ser y no ser, infinito y no infinito, móvil y no móvil, divisible y no divisible, eterno y no eterno. Pero si hay algo que el todo no es, será porque ese algo es una división suya. Por eso si no es unidad es porque la unidad es una parte del todo. Así, si el todo es y no es al mismo tiempo, entonces el ser es y no es al mismo tiempo, y la unidad es y no es al mismo tiempo. Y el ser es no ser.

Comentarios

Entradas populares