¿Qué es el comunismo?

Entendamos lo siguiente: el comunismo que quiero reivindicar (defender el comunismo) no sostiene nada parecido a una propiedad común de los bienes de producción; tampoco promueve, ni desea, un modelo de estado donde el gobierno deba estar dirigido por la clase obrera; en definitiva, el comunismo no debe amparar ninguna doctrina que separe al individuo de sus bienes y de su propiedad sobre los mismos. El comunismo, en realidad nace, crece y se desarrolla en la idea de la plena propiedad del individuo sobre el producto de su trabajo. Los estados que en las recientes decenas de décadas se han denominado comunistas y las ideologías que durante el mismo periodo de tiempo los han amparado, han de ser incluidos, junto con el resto de estados y doctrinas políticas que aquellos mismos condenan, en un único grupo caracterizado por el rasgo de la contrariedad con el individuo.

Una doctrina o un modelo de estado es contrario al individuo cuando la vida de este no es lo más importante en su escala de valores. Por ejemplo, ningún estado en cuyo ordenamiento jurídico exista la pena de muerte puede considerarse que está a favor del individuo. Pero esto es un extremo, naturalmente; es solo para que se entienda. El significado del término "vida del individuo", no se refiere a la vida en el sentido del pulso sanguíneo, sino a las condiciones de su bienestar, incluidas ciertamente las relativas a su economía y educación privadas. En realidad esta cuestión relativa al respeto del individuo, encuentra su clave en la libertad personal, que es el bien más singular y preciado de la vida humana. La singularidad de esa libertad reside en que toda la realidad que rodea al individuo se vuelve maleable ante la posibilidad de su acción; sin embargo, esta singular capacidad posee una fuerza muy limitada por la materia. Por ejemplo, la necesidad económica asfixia la libertad del individuo; así mismo, la desconexión con la materia le resta vivacidad. Se está hablando, en todo caso, de que un ordenamiento jurídico del que no se deduzca la libertad del individuo como el eje fundamental de las obligaciones, está en contra del individuo.

La doctrina del comunismo tiene que asentarse necesariamente sobre la base de la propiedad privada. Esto significa que el individuo, entendido como ciudadano, ha de ser dueño de todo aquello que por derecho le pertenece. El criterio para conocer el alcance de su dominio es triple: Uno es dueño de todo lo que él mismo hace, o intercambia o recibe gratuitamente. Por ejemplo, se es dueño del conocimiento adquirido por la educación recibida; o son dueños todos los participantes en su producción del automóvil, de la autovía o del edificio de la universidad construidos; o todos de la Naturaleza y sus bienes. Además, la doctrina del comunismo tiene que distinguir entre los siguientes modos de ser dueño: uno solo; varias personas o todos.

Ser dueño (de algo) es gozar de la facultad para actuar libremente (con respecto a ese algo). Se tiene dominio cuando se demuestra que la voluntad de uno no está sujeta más que a su libertad. De alguna forma esto es cierto, porque si no la libertad individual no existiría. Pero puesto que hemos de consentir que somos libres, se debe afirmar que los actos que se realicen en ejercicio de la plena libertad serán actos de dominio. La libertad guarda conexión con el fenómeno que no se rige por la necesidad; y el dominio hace referencia a las determinaciones de la libertad. Por ejemplo, la necesidad ("por necesidad") es el estado de cosas donde unas pasan detrás de otras; pero la ley es lo que dentro de ese estado de cosas realmente ocurre. Semejantemente parecería que se hubieran de relacionar libertad y dominio.

Puesto que la voluntad de cada uno en ocasiones tiene por fines concretos objetos idénticos a los fines de otras voluntades, se evidencia la realidad de un condicionamiento recíproco entre libertades. Considérese el hecho de una eventual abundancia infinita de objetos, y que ello no habría de implicar que desapareciera este condicionamiento recíproco; ante todo, el condicionamiento es esencial a la convivencia. La consecuencia que ahora principalmente interesa del condicionamiento recíproco entre las libertades individuales es la de la relativización del dominio. Por ejemplo, si en virtud de un acto de plena libertad uno se determina a coger la única manzana del árbol, pero resulta que otro se determina de igual forma, el dominio que se hubiere de demostrar para cada caso en el acto de apropiación de la manzana, existirá ya necesariamente transformado por el simple fenómeno de interlimitación entre libertades.

La mera posibilidad de la relativización del dominio, ya que se trataría de un fenómeno perfectamente englobado por la libertad, supone una función para conservarlo: el arreglo. La libertad individual, al fin y al cabo, igual que se conviene al carácter no contingente de la Naturaleza, también se conviene a la realidad de la existencia de más libertades. En el primer caso, sola frente a la necesidad; en el segundo caso sola frente a frente. El arreglo debe entenderse como una verdadera obligación personal. Estamos hablando del arreglo dirigido a conservar la libertad, y por ello el dominio. Estamos diciendo que todas las personas deben ser igualmente libres.

En mi opinión, el estado, tal y como hoy lo conocemos desde la revolución francesa (porque me voy a referir a las modernas sociedades que forman la comunidad internacional de gobiernos), comprendiendo las mal llamadas, tanto democracias parlamentarias como dictaduras comunistas, es un enemigo de la propiedad que estoy definiendo. Ninguno de estos gobiernos se ordena de otra forma que no sea para quitar su propiedad a la gente y dominarla toda con unas pocas manos. Aunque se podría afirmar que siempre ha sido así, y por cierto, nunca a favor de la convivencia pacífica. Así, en el caso de las democracias parlamentarias, a pesar de abanderar doctrinalmente la institución de la propiedad privada, son claramente contrarias a ella, por cuanto la regulación del dominio sobre los bienes obtenidos gratuitamente de la Naturaleza y sobre los fabricados en grupo (principalmente), ataca directamente la libertad individual (es decir, la de todos): lo que debiera estar prohibido es lo que se prescribe hacer. Lo mismo ocurre para el caso de las dictaduras comunistas, que abanderando la defensa de la verdadera propiedad bien distribuida, lo que vienen a hacer es lo mismo que las anteriores, esto es, quitarle a las gentes su dominio. En realidad unas y otras se mueven por la misma finalidad de expropiar a las gentes su propiedad con la excusa de las leyes… (continuará)

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