Responsabilidades

El movimiento es una constante de la Creación: ¿Qué podemos observar detenido? Así, también los cuerpos se atraen y se repelen, hasta tal punto, que esa fuerza que los mueve, puede con nosotros mismos: ¿Y no se van a repeler dos electrones, que inundan nuestra carne, sin que unas personas y otras no vayan a acercarse o distanciarse? Esas fuerzas constantes que hacen que los cuerpos se unan o separen, parece que no desaparecen nunca porque incluso la luz atrae o repele. Sin embargo, las razones con las que explicamos nuestros movimientos de repulsa y atracción por otros, se basan principalmente en los gustos, las culpas, y cualesquiera otros tipos de pasiones: ¿No será primero una repulsa eléctrica, que nuestra soberbia cabeza llama inmediatamente fealdad, pobreza, suciedad o estulticia, la que actúa?

Nuestra voluntad es tan fina, tan leve en su origen, que es capaz de filtrarse por la más insignificante de las oquedades. Ella camina hacia su objetivo, tan sigilosamente que nunca, la mayoría de las veces, abre ni siquiera la puerta de nuestra consciencia. Solo cuando tiene que insistir porque las circunstancias que nos rodean se le muestran desfavorables, eleva el tono de su voz y la oímos. Así, ¿cuántas veces obramos guiados por nosotros mismos sin saberlo? ¿Cuántas? Y luego, ¿cuántas veces lloramos porque las consecuencias nos son perjudiciales si, aún habiéndolas desconocido por ignorancia, nunca hubimos actuado sin que nuestra voluntad persiguiera interesadamente un fin?

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