Sin sociedad

En Salvar Fronteras continuamos llamando para que se tome conciencia sobre el hecho de la exclusión social. Solo si se sostiene que el ser humano es producto del azar de la materia, cabe defender la opinión de que la pobreza es asunto del pobre. Por lo demás, los que sin sostener aquella tesis, alegan lo mismo, están alimentando la incoherencia del azar.

En efecto, siempre que se crea que en la Naturaleza hay orden, es necesario afirmar que la sociedad debe luchar contra la pobreza. Porque si hay orden, hay desorden; y porque si hay orden, hay libertad. ¿Cómo va a existir un orden, contrario al azar, y no una forma de construirlo?

La exclusión social está asociada al movimiento de la opresión. Aquí se encuentra su principio. Digo que oprimir es obligar por voluntad propia; y no oprimir es obligar por voluntad común. Por ejemplo si un padre obliga a un hijo, lo hace por voluntad común si cada orden suya, fuere siempre refrendada por su hijo, una vez sea adulto. Como se aprecia, la opresión es una cosa muy fina. Las diferencias esenciales entre voluntad propia y común, se basan en la contemplación de la donación: siempre que hay voluntad propia no hay donación; y siempre que hay donación hay voluntad común. También digo que donar, es dar gratuitamente. Por lo tanto, el intercambio, o es opresión o no lo es. Es opresión cuando quienes intercambian bienes, lo hacen sin ánimo de donar. Un salario, por ejemplo, se paga con ánimo de donar si su cantidad se fija conforme a la necesidad del trabajador; en otro caso, llevará la semilla de la opresión. Del mismo modo, quien presta sus servicios, estará donándolos si su entrega ayuda a salvar algo; de otro modo, se filtrará el veneno del engaño, y el recipiente quedará obligado por una voluntad ajena. En virtud de lo anterior, se podría entender que el intercambio no es opresor cuando se sustenta sobre el principio de "yo te ayudo y tú me ayudas". Sin embargo, la opresión no huirá de esta fórmula, porque la gratuidad no admite condiciones: su causa es la necesidad humana de la voluntad común.

Sin parecerlo, toda opresión asienta un lecho donde muere la dignidad humana. Toda opresión, deja sediento y hambriento de libertad al oprimido. Y digo, que una persona sin libertad, no tiene sociedad: es un pobre excluido.

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