Malditos

Decís lo que no pensáis. Por eso estáis salvados. Porque vuestra espalda es transparente para la Eternidad; porque el Infinito, no tardará más que los años del Universo en tornar mansamente vuestra espina bífida. Sí, eso también lo sabéis, y decís lo contrario. Por eso estáis salvados. Quien no lo sepa también sabrá.

¿Y ahora qué pensáis, malditos? No os relamáis, que yo soy igual que vosotros. Yo he caído ya en desgracia al atreverme a señalaros. Estirad vuestro índice contra mí. ¿Qué ganaréis sino un mayor abismo?

Decís que quien ha hecho el mal no puede ser bueno. Qué asquerosos sois. Porque sabéis que no hay mal sino en vuestra mente. ¿Acaso no sabéis que sois vosotros quienes hacéis el mal? Cínicos. Entonces, ¿por qué decís que el mal es obra de nuestro Dios? ¿No sois vosotros quienes roban a los pobres? ¿Quiénes oprimen a los inocentes? ¿Acaso os lo está ordenando alguien? Infames. ¿Qué más queréis, malditos? ¿Otra corona de oro? ¿Y no os sobra el conocimiento de veros manchados, para poder taparos, para mentir? ¿Queréis además escupir la semilla del bien de vuestras entrañas? ¿Queréis escupir la Verdad? ¿Dónde hay sufrimiento al que no podáis calmar? ¿Y queréis hacer daño en su lugar? ¿Y queréis poneros por delante de Dios llamándolo hacedor de males? Sois unos bastardos.

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