El Estado somos nosotros

Una vez, en una noche lunar, mis ojos no veían la tierra que pisaba. Un día me creía un refugio, y otro día un vagamundo. Siempre entre mí y el aire; entre la piel y el planeta de los seres humanos. Yo vivía a un paso del Estado. Un paso tan grande como la noche.

Una vez, en una rotación del cielo, las estrellas que se me arrojaban a los oídos, me llevaron por el mar, por los ríos… y se acercó el medio ambiente. Y yo era la carne del barro, y el barro era mi materia prima. Una especie de amigos separados. Vivía o en mí, o en ese lodo lleno de cristales y reflejos. Comencé a divagar justo a este lado del Estado. Justo entre el Estado y yo. Una balanza, un verano, un invierno.

Ya no vivo allí. Ahora el Estado soy yo. Ahora el Estado somos nosotros.





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