Mensaje de un náufrago: A los Sres. Nieto García y Lisón Tolosana

¿Qué nos está traspasando? ¿Qué sicanos seremos de nuevo? ¿Nuestros abismos se multiplicarán siempre más que los días del ave fénix? ¿Qué nos está abriendo los ojos? Porque yo no vivo la ambigüedad, sino como hermana de la astucia… picaduras de ese dolo que vuelve la lengua doble.

Una ola, todos lo sabemos, se propaga fascinantemente. Unas veces, se podría decir, gana intensidad con la distancia; otras veces, la pierde. Su final, unas veces, es romper contra un muro; otras, se infiltra suavemente. Una mariposa puede ser una ola; y, una pluma, el final por donde se derrama en oraciones. Yo querría saber si los orientalismos, son la ida o la vuelta de Marco Polo. Querría saber si la lucha de contrarios rompe aquí, como en el espolón, o es un reflujo de algún otro mundo.

En una de nuestras Reales Academias, dicen que la "Fuerza" (con mayúscula) gobierna el mundo. Se añade un matiz: Se ha de entender solo como su posibilidad (de violentar). Digamos que el párrafo podría ser anfipotente; y desde la lejanía del papel, parecería enturbiador. Pero lo que quiero decir es que si la "Fuerza" gobernase el mundo, no cabrían "excesos" en su dominación. Esta contradicción en el discurso del autor, Excmo. Sr. Nieto García, hace insostenible su afirmación. Es muy sencillo: O gobierna la "Fuerza", o lo hacen los "excesos" (… o la prudencia de no cometerlos). Supongo que la contradicción, terminando ya la ponencia, responde a un carácter adquirido, legado balsámicamente por la propia ley genética del escrito.

Esta ideología iskhucrática (ex. Platón, 488c), se entrelaza de forma un tanto tributaria con el foco de otra ponencia anterior. En esta, el Excmo. Sr. Lisón Tolosana, trata al mito como si del Verbo estuviese hablando. Si para este autor, el mundo de la "realidad física", como para Protágoras, está gobernado por la ciencia (y no por la Ley Natural); otro mundo, el de la psique, "politeísta", está gobernado por el irracionalismo azaroso del corazón. Lo grave es que la certeza del deber, del bien o de lo justo, no cabe en ninguno de estos dos mundos. Quiero decir, que en su respuesta, eleva el mito a fuente de la praxis humana. Lo más grave es que ese mito del que nos habla, viene, con ánimo ambiguo, a suspendernos el juicio. Parece una imagen difusa, mal explicada, del Ying y el Yang.





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