Desmentir

Han de ser siempre conscientes de la necesidad de desmentir. Por muy seguro que uno esté de sí mismo, de su verdad, o de su capacidad de entendimiento, nunca se es independiente de la opinión ajena. No se puede ser independiente porque solo desde nuestro punto de vista nos ahogaríamos. Por el contrario, sofisticar toda palabra exterior, nos hace igualmente insípidos.

Desmentir, es una práctica sencilla si se hace con miramiento. Es necesario respetar tanto lo que se desmiente, como a quien lo dice. Por lo demás, solo requiere mantener una buena disposición hacia la verdad. Esto, hablando en plata, se concreta en ser sinceros con uno mismo, escuchar atentamente y entender.

Muchas veces, por insistir en desmentir, se pondrá en peligro la paz de las relaciones. Esto conviene aclararlo. Por un lado, la mentira, no destruye al mentiroso, sino que lo obliga a dar la cara. Esto es una obligación, que en el fondo, solo pesa en su conciencia. Por otro lado, la mentira, tiene su mayor potencia en la complicidad. Así, además de desmentir, es imprescindible perdonar (¿Qué se pierde?), y después no aliarse, no imitar, y no seguir con la mentira. Desde luego que una relación rota por la mentira vale más que una relación que le sirve de canal. Si el comportamiento que desmiente, causa una discordia incalmable, se habrá de sacudir el polvo.

Sepan que la mentira no busca la complicidad por encima de la credulidad. La cuestión es que, alertado el nivel de la confianza, a la mentira lo que más le vale es sumarse amigos.

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