Pies de aire

En eslabones de viento,
de volcanes y océanos;
en remolinos de universos,
de impresiones y hambre...
Cuando cantan ¡Ni cien mil años!
se levantan sin temblar.

Ni diez mil días míos
ni mis sueños más libres
ni el peor de mis olvidos
ni la primavera más dulce.

En mi cueva, en mi corazón doloso,
cuando vivo y duermo;
en una ola de mar,
atado, esclavo del movimiento…
Su canto, impenetrable y ajeno,
caluroso y frío.



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