Gratuidad y precio

Hay un error en la noción de precio justo, que conviene destacar. Se trata de la negación de la gratuidad. En efecto, siempre que se introduce la idea de precio, de una forma o de otra se presupone un intercambio. Y esta es la clave del pensamiento mercantilista. Se aclara que con el término mercantilista no se hace referencia a las teorías económicas denominadas bajo dicho nombre. Más bien, se quiere expresar una idea que tome un concepto universal de mercancía, entendida como el objeto material del negocio de la compraventa; o incluso traspasando los límites de la compraventa, la idea es tomar el precio como la cuenta que se pone sobre un acto humano.

Sin embargo, esta preponderancia de la idea de intercambio, produce un efecto negativo, por cuanto que silencia la naturaleza esencial de la acción de dar. Hay que decir que el hecho de la gratuidad es constitutivo en todo lo que respecta al ser humano. Por ello, es necesario afirmar que en todo intercambio, existe una raíz y un tronco, cuya naturaleza es la gratuidad. Y por lo mismo, es necesario decir que el precio justo es una expresión radicalmente equivocada. No se quiere decir que todo precio justo, y tanto más el injusto, arrastre una desigualdad: porque, no se están examinando los valores que cuelgan del precio. Se quiere dirigir la atención sobre la no contingencia de la función de la gratuidad en todas las relaciones humanas. E insisto, por ello, hablar de precio justo es un fraude. Y tampoco es que, desde este punto de vista, todos los precios sean injustos; es más bien, que lo gratuito, no se hace injusto por razón del precio, sino por razón de a quién se dé. El canon del precio es la propiedad. Y si la propiedad (en sentido amplio), sobre la que se edifica el precio, es legítima, no es que el precio devenga justo, sino que lo que ocurre es que el precio tendrá una base real. Porque si la propiedad es ilegítima, el precio, más que injusto, será mentira. Por ejemplo, la diferencia entre un precio elevado adulteradamente sobre una propiedad legítima, y otro sin adulteración, no estaría en lo justo, porque lo justo es dar siempre gratuitamente, sino en la mentira sobre la que, por encima de la propiedad, se forje el primero.

La dinámica de la gratuidad, en relación con la de la justicia y sus efectos sobre la explotación humana no están suficientemente estudiados.

Entradas populares