La unidad del ser

Es necesario entender que el análisis que se ciñe a lo local, forma parte del análisis más amplio que se ciñe a lo universal. El todo, está interrelacionado. Esto significa que es una unidad. Por cierto, que si se trata de una unidad finita o infinita, no contradice el hecho de la unidad del todo y de la interrelación de sus partes. En principio, es esta una proposición axiomática. El que no sea así, el que el todo no sea una unidad, significará que habrá distintas realidades y que ninguna de ellas tiene algo en común con las otras. Si varias cosas no tuviesen nada en común entre ellas, nunca podrían formar una unidad. Pero esto es solo un espejismo. La idea de la independencia absoluta es producto del principio de pluralidad, según el cual, lo particular produce una frontera tras la cual, el ser se diversifica: aunque conservando, junto a su particular en concreto, la comunión del vínculo y la participación en la unidad total.

Aun así, una cosa es la unidad del ser, y otra cosa es su composición. Y aunque como resultado de lo anterior, queden afirmadas distintas cosas (unidad y composición), hay que decir, que la unidad no se dice en el sentido de que solo hay una cosa, sino en el de que todo está interrelacionado. Nada hay que no sea parte del todo. Y el todo es la unidad. La pluralidad está interrelacionada en orden a Una composición que es el Todo.

Entonces, se diría que si es infinita es una, y si es finita es otra; y como es una, solo puede ser finita o infinita. Pero no es eso, porque el todo, al ser una unidad compuesta, comprende lo finito y lo infinito. El todo no es finito o infinito, lo es todo. Y es Una sola cosa. Lo infinito, siempre que lo pensamos, está conectado a nuestra particularidad, cuya frontera, abre el horizonte de lo infinito (por diversificación, según el principio de pluralidad). Por eso se interrelaciona con nosotros, pero no con el todo. Porque el todo no es finito o infinito, sino que comprende lo finito y lo infinito. La unidad del ser es Todo.