Postureos de la sociedad moderna

La hipocresía está de moda. Hoy en día queda bien ser hipócrita. Es como si nadie quisiera saber qué sientes realmente. Al fin y al cabo, como la vida es una mierda, mejor demuestra que tú lo tienes superado. La verdad es que se te pone una cara de asco contenido, que junto con el brillo de la higiene y algún que otro recurso del lenguaje, hacen un auténtico blindaje. Que conste que ni el asco, ni la higiene, ni el lenguaje, son en sí mismos malos. Todo lo contrario, pues sin asco, la guarrería sería más difícil de apartar; y nada digo de la higiene o el lenguaje, que no hay civilización sin ellos. Todo cambia por cómo sea uno. Porque si se es un sinvergüenza, la higiene te servirá para ocultarte, y etcétera. Como digo, está bien visto ser un cabrón/na, si se disimula con buenos epi-sentimientos. Las apariencias siempre son muy importantes. O sea, que nuestra intimidad está completamente violada por tres o cuatro puñados de sistemas de big data, pero entre nosotros, en las distancias cortas, nos ocupamos en darnos un montón de simultáneas gracias al abrir y cerrar puertas. Hace mucho que un viejo amigo, me venía diciendo que el mundo está loco. Yo lo miraba incrédulo. Pues sí, resulta que la hipocresía se ha extendido como un virus humano, muy humano. Pero no se pega: se vende. La que está de moda es más cara que la típica hipocresía del quejicoso que anda a codazos. Es más cara porque tiene que parecer que tus sentimientos están al lado de los demás. En muchas ocasiones esto obligará a realizar efectivos gestos de compasión. Y eso tiene un precio. Un precio mayor que supervivir, olvidar las hamburguesas McDonald's y esconderte entre la vip people. Hoy en día, incluso "la yet" se ha quedado desplazada frente a los hipócritas más expertos. Los tiempos han cambiado mucho. Ahora no es fácil decir en público, aunque sea un grupo muy exclusivo, que "las mujeres son…", que "los inmigrantes…", que "los pobres…", "que el dinero…", y demás clichés usados políticamente. A cambio, se han puesto de moda las filigranas del compañerismo de postín.

Siempre es muy pesado luchar contra determinados sentimientos. A veces, uno piensa que tiene que modificar las inclinaciones que durante muchos años no nos han perjudicado. Y ahora, cuando todo cambia a una velocidad de vértigo, surgen alineamientos inesperados que nos señalan. En principio, uno debe acostumbrarse a meditar sobre sus sentimientos, y a comportarse conforme a ellos, una vez consciente de su buena motivación. Si las modas no los respetan, uno debe ser perseverante en su personalidad, y anteponerla a la hipocresía. Cada cual debe saber que llevar la división al extremo de compadecerse falsamente, lo esclaviza todavía más. Todos debemos comprender que ocultar nuestros verdaderos sentimientos, solo porque no estén de moda, abre la puerta a una forma de ser gravemente penosa. De este modo, a la larga, nuestra forma de ser brillará tanto como la potencia de luz contratada, y entonces cualquier corte de suministro nos dejará en un gran vacío. Estamos obligados a ayudar a los hipócritas a apagar su luz artificial. Y a alumbrarlos con el rojo vivo de los verdaderos sentimientos.

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