A favor de la empresa

El carácter emprendedor que hace de la práctica una empresa, no debería ser menospreciado. Por eso, la sociedad no debe anular la iniciativa de las personas emprendedoras. Una sociedad que hace del individuo una de sus partes, está mal planteada. Sería una sociedad de raíz injusta. Tal planteamiento es muy normal en sociedades donde los mandatarios se ponen el nombre de príncipes. Es cierto que solo es un nombre, pero significa una ordenación en la que el superior intenta absorber en su persona toda la diversidad de individuos políticos. En la historia moderna, este planteamiento encuentra su epítome en las palabras de Luis XIV, "L’état c’est moi" ("El Estado soy Yo"). Cabe recordar que el absolutismo francés, culminó la deriva desorbitante del egocentrismo, desatada desde el Renacimiento. En cierta medida es ciertamente singular el fenómeno del absolutismo, pues su desconexión de un ordenamiento jurídico vivo, lo diferencia de semejantes formas de gobierno ocurridas en los grandes estados de la antigüedad.

El caso es que la tensión entre la iniciativa individual y el conjunto que forma la sociedad, no siempre vibra. Muchas veces, la sociedad se contrae en unas pocas personas que aplastan dicha tensión desde el poder. Otras veces, como ha ocurrido recientemente con el neoliberalismo, la relajación del control del "cuique tribuere" ("dar a cada uno"), ha provocado que el emprendimiento solo repercutiese en algunas pocas cabezas demasiado calculadoras.

Un modelo de sociedad que oprime la iniciativa individual solo tiene sentido en un escenario bélico. Aunque, incluso en un escenario de tal negación humana, habrá de ser examinada la cuestión a la luz de las religiones. Por lo que, el carácter emprendedor se constituye en un fundamento de primer orden del desarrollo. Es necesario, por lo tanto, conocer las condiciones políticas que perjudican el emprendimiento, principalmente aquellas que lo afectan de manera general con relación a los potenciales emprendedores. También es necesario, regular correctamente el aprovechamiento privado de la empresa, para evitar que, por un lado, la empresa se convierta en una actividad movida por el interés, y por otro lado, la empresa se convierta en una fábrica de injusticia.

Entradas populares