Transporte urbano

No sé si será imposible saber qué había antes. Hace mucho tiempo que me convencí de que no lo sé. Prácticamente, pensar así, deja a cualquiera colgado. Por eso se ve tanta gente taciturna. A veces nos quedamos mudos porque la realidad se nos queda a un centímetro de los labios, con todos sus cuchillos preparados; pero a veces, la falta de palabras es porque no sabemos. Tengo que reconocer que desconocer qué había antes, a veces te hace sentir como un péndulo no sujeto. Imaginaos esa oscilación en un año detrás de otro, como si los giros fuesen por primaveras, y las vueltas por otoños. Y al año siguiente, por noches y días; y otro año después, al compás de las nubes. Como un péndulo no sujeto. Ya que tampoco sé que habrá después. A veces también veo gente que parece absorta, como imaginando que en el futuro unos se mezclarán con el agua para dormir, y otros con el aire. Que unos hablarán mirándose a los ojos y otros se harán música cogidos del brazo. Imaginando que podremos hablar con las cosas y dialogar con el pasado. Y sé que muchos niños se imaginan cosas mucho peores. Como que el mundo tampoco tiene fin o que el tiempo pasa hacia delante y atrás. Porque ellos tampoco saben qué había antes y por eso sus cabezas se desatan. Y mucho más, porque de tan pequeños que son, lo ven todo más grande y se acercan a saltos vertiginosos. Cualquiera puede hablar de esto en cualquier lugar del mundo. Basta con preguntar a alguien cómo se va al centro de la ciudad y después darle las gracias. Si responde con gesto amable, le podéis preguntar si la vida suena como la voz de su gente o como las luces del universo. Y te entenderá. Una vez, en el metro de una gran ciudad, nos quedamos mirándonos un extranjero y yo. Y todavía tengo sus preguntas en la memoria, como si no importase lo que hubo. Me dijo que lo que había antes, no volvería a pasar.

Entradas populares