Lapsos de una feminista

Dado que no todo se puede vender en el mercado, entonces no todo vale según el estado de las necesidades de consumo.

Hace tiempo que, en este espacio de opinión, se viene sosteniendo la necesidad de abogar por el concepto jurídico de "res extra commercium" (los avezados, pueden introducirse a través del Título XIX del Libro III de las Instituciones de Justiniano, "De inutilibus stipulationibus"). Con ello se ha querido contestar el exceso de ideología neoliberal, monetarista y fisiócrata, desbordado desde la caída del muro de Berlín. Al respecto se han expresado argumentos referidos a la imposibilidad de transformar ciertos bienes y servicios en un valor intercambiable. Continuando por esta línea de defensa, más tarde voy a centrar una controversia sobre si la "mano de obra" puede o no ser una de aquellas cosas de "inútil estipulación" (según el género bajo el que las especificaron los romanos). Pero antes vamos a introducirnos, incluso a desviarnos.

Algo cuyo valor no pueda ser calculado, es, por ejemplo, el Universo. Pero esto no significa que alguien, no pueda tomar una porción del Universo, e intercambiarla por algo que otro ya haya tomado o vaya a tomar. Tampoco se puede calcular el valor que, para alguien, tengan las palabras de ánimo ante un fracaso; y tampoco esto significa que, a cambio del apoyo, se pueda ofrecer otra cosa. En realidad no habría nada sobre lo cual no pueda constituirse un hipotético valor de cambio. Pero dicho lo anterior, también hay que decir que, en realidad, toda falsedad se enmarca en un proceso constitutivo.

Entonces, ¿cómo distinguir las cosas sobre las que el intercambio es "inútil"? En primer lugar, encontramos que, las cosas prohibidas no pueden ser objeto de intercambio. Ciertamente, está prohibido matar, y sin embargo se paga por ello. Por esto, puede parecer que en relación con la vida, se puede calcular su precio. Pero, en lo anterior, se acaban de mezclar varias cosas, manufacturando con ello una especie de "bolsa de causas artificiales". Como dijimos, aunque se le puede poner un precio a las cosas, ello no significa que esas cosas lo valgan.

Por ejemplo, en ciertos círculos corre la voz que clama soluciones no monetarias en materia de violencia de género. Dicen que con dinero no se compra ni la libertad de las personas, ni su juicio, ni desde luego las leyes. Los ejemplos parecen válidos, pero se trata de lapsos. Y a pesar de todo, también entre el feminismo, como en todo movimiento, se producen discursos reaccionarios que elevan el deseo de poder hasta imaginar la opresión de la civilización occidental. ¿O acaso no es sembrar el abuso decir que la presunción de inocencia frena injustamente la función de juzgar y ejecutar lo juzgado?

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