La doctrina de recortar derechos

Se habla de recortar derechos humanos con el fin de luchar contra el terrorismo. Veamos. Se supone que el juicio sobre las cosas se puede dividir entre lo que está bien y lo que está mal. Ahora, supongamos que llamamos terrorismo a algo que una vez juzgado se diga que está mal. Seguidamente, digamos que hemos llamado reconocimiento de derechos humanos, a algo que una vez juzgado se dirá que está bien. Así, tenemos el siguiente esquema: por un lado el bien, en donde se encuentra el reconocimiento de los derechos humanos, y por otro lado el mal, en donde se encuentra el terrorismo. En realidad no hemos hecho más que dividir en dos grandes grupos los actos humanos (grupo del bien y grupo del mal), y luego hemos puesto nombre a dos tipos de actos (reconocimiento de derechos humanos y terrorismo), cada cual perteneciente a uno de los dos grandes grupos.

Ahora añadimos un verbo (una acción), a la que denominamos luchar, y que define un tipo de actos cuya finalidad es enervar el grupo del mal. Como sea que los fines, en el ámbito de la conducta humana, requieren para su logro una serie de actos, supongamos que para el caso del fin de la acción de luchar que se acaba de exponer, la serie de actos podrá estar compuesta por actos buenos o por actos malos.

Pues bien, el hecho de recortar derechos humanos (reconocer menos derechos humanos), caería dentro de la serie de actos malos cuyo fin es enervar el mal. Este esquema pertenece a la doctrina maquiavélica, que recoge para la edad moderna el viejo aforismo del "fin justifica los medios".

Es importante dejar claro que en términos generales, en las series de actos encaminadas a un fin (si son malas: por ejemplo, se emplea lo que en el supuesto pertenece al grupo del mal, actos terroristas, como actos mediatos para alcanzar el fin de enervar el mal), el fin que se logre con ellas sigue siendo, a pesar de todo, malo. Esto es evidente: ¿Cómo voy a enervar el mal con mal? Lo que he matado lo he creado para darle muerte. Se podrá alegar, que en un supuesto en el que el mal que se utilice como medio, este sea inferior en grado, al mal que se pretende enervar, en el resultado se verá reducida la cantidad de mal (en términos netos), una vez destruido el mal mayor. Esto nos conduciría a una serie infinita de destrucción de males mayores con males menores cuyo límite sería un mal infinitésimamente pequeño ¿Y qué hace alguien con un mal eterno en sus manos, que lo único que hace es ser cada vez más pequeño sin nunca dejar de existir? Si pudiendo matar mal con bien, ¿no será un buen bien esto, donde en términos netos el bien siempre será mayor que si compartiese su existencia con aquel mal de infinita serie decreciente?

Claro, que también pueden decir que: creo mal para matar el mal, y luego este mal que creé, lo mato ya con bien, y no con un mal menor, rompiendo así con la serie infinita y decreciente.

Baste esto para plantear el problema.



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