La doctrina de recortar derechos (2)

Veamos, porque el día anterior se dijo que alguien podría alegar que cabría matar mal con mal, primero, y después el mal que quede, matarlo con bien. De forma que, la serie infinita y decreciente de sucesión de mal por mal, pueda romperse en cualquier momento que se introduzca un bien por mal.

Esta proposición, suscita sus dudas. En principio con ella se reconoce que mediante el bien, es posible acabar con el mal. Entonces, ¿por qué no hacerlo a las primeras? Se podrá contestar con que mediante el bien se ha hecho (o se hará) cuando se ha podido. Pero esta respuesta contiene implícitamente el reconocimiento de que si los medios que se utilizan son malos (recortar derechos humanos), es porque para el caso, todavía no se pueden utilizar medios buenos (para enervar el mal). De todas formas, la respuesta implícitamente conlleva que es preferible utilizar medios buenos a medios malos (que impliquen mal). Luego según este tipo de respuesta, no es el fin quien justifica los medios, sino que estos, si son malos, son justificados por la imposibilidad circunstancial de no haberse podido encontrar un medio bueno. Como se ve, de la respuesta, se deduce el parecer de que matar mal con mal es bueno solo si no se conoce un bien con el que hacerlo. Entonces, es como si se tratase con temas de incertidumbre humana. En principio es inadmisible, porque la ignorancia, por sí misma, no exime de culpa.

Se puede intentar responder a través de alguna analogía, como la de utilizar el ejemplo de la curación y la salud. Resumiendo, se diría que para alcanzar el estado de salud, es necesario renunciar a ciertos hábitos. Se comprendería que la actitud de renuncia en la recuperación de la salud, a pesar de significar un mal presente, se hace necesaria a la luz del fin que es la recuperación de la salud. Pero para que la analogía funcione, la renuncia ha de ser tal, que el recorte de derechos, afecte a toda la sociedad por igual, semejante a como la renuncia de hábitos dirigida a recuperar la salud, afecta al enfermo y a todo él.

Comprobado que la sociedad en su totalidad y por igual, renuncia a un bien, en virtud de un fin bueno, se suscitan nuevos problemas. En primer lugar entre la renuncia y la consecución del fin ha de existir una relación de causalidad razonable. En segundo lugar, dicha relación de causalidad razonable habrá de garantizar el fin más eficazmente que otras relaciones donde las renuncias sean menores. En tercer lugar, la renuncia ha de ser libre. Con independencia de lo anterior, la mayor dificultad que la analogía ofrece, es que la enfermedad no responde en muchos casos a una acción humana que pueda ser juzgada y calificada como buena o mala; y en los casos en los que sí pudiere ser juzgada, la renuncia curativa que se recomendase, más que un mal podría en sí misma ser su bien para el enfermo.

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