Chueca y fe

Resulta notorio que el placer sexual puede ser, sin necesidad de relación alguna con otros seres, auto causado mediante estímulos físicos. Es también demostrable, que incluso sin ayuda de la imaginación, se puede auto causar el placer sexual que hay detrás de la temperatura orgásmica.

Por lo tanto, de lo anterior se desprende que el placer sexual no tiene nada que ver con el género de las personas.

Ahora bien, también resulta notorio que el placer sexual puede ser causado por medio del intercambio de placer con otros seres, o si no, por medio del mero contacto con otros seres. Según esto, para llevarse a cabo esta forma de obtener placer sexual, es necesario que aparezca una cierta medida de atracción sexual. Esta atracción depende del gusto personal de cada uno, y puesto que el placer sexual, como se dijo, puede ser causado mediante un mínimo muy básico, cual es la auto estimulación física, se entiende que dicho gusto, el adecuado a la fuerza de la atracción sexual, no debe ser muy sofisticado. Hay personas, de hecho, a las que les gustan, a dichos efectos, ciertos animales.

En relación con lo anterior, también parece desprenderse que el género de las personas, no tiene nada que ver, con la atracción sexual que sirve de base a la obtención de placer sexual no auto estimulado.

Por último, resulta notorio que existe una atracción amorosa, que no tiene por objeto la obtención de placer sexual, y que sirve de base al establecimiento de relaciones que atan los corazones de los amantes.

De lo anterior se desprende que la atracción amorosa tampoco tiene que ver con el género de las personas.

Entonces, dicho todo lo anterior, quedan algunas cosas por aclarar: Primero, que el establecimiento del género de las personas, se hace con independencia de los gustos sexuales. Así, la especie humana, se divide, hasta el día de hoy, en dos géneros, que se distinguen por razón de las funciones de cada uno de ellos en relación con la generación de vida humana. Segundo, que en virtud de la atracción amorosa, los seres humanos viven apegados unos a otros, o también a Dios, como es el caso de los descendientes de los levitas, o de los que reconocen el orden de Melquisedec, y por lo demás, el caso de todas las personas del mundo, que se consagran a Dios. Esto significa que el amor entre un hombre y una mujer, no es necesario por Naturaleza, ni es la única forma de vivir las atracciones sexuales, ni de conjugar los gustos sexuales. Pero la familia que forma la atracción amorosa entre hombre y mujer, sí que sirve de perfecto testimonio para los menores de edad. Tercero, que puesto que no existe acuerdo suficiente respecto de los criterios éticos que sirvan para juzgar los gustos que subyacen a la atracción sexual, los actos sexuales que les sucedan solo podrán ser juzgados conforme al sistema de fuentes legales vigente. Cuarto, que en materia de placer sexual y atracción sexual, conviene atenerse a la virtud de la templanza. Que en materia de familia conviene atenerse a la virtud de la prudencia. Que en materia de la atracción amorosa, conviene atenerse a las virtudes religiosas, y para los ateos, a la virtud de la fe.

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