Mucho materialismo

Insisto que la Democracia es, además de un tipo de modelo de gobierno, un tipo de régimen económico. Esto se comprende mejor desde que la doctrina del materialismo histórico situó a nivel de infraestructura, las condiciones materiales de vida de los ciudadanos.

Tengo mis dudas sobre otros principios de esta doctrina, como que la superestructura política está determinada, en última instancia, por la infraestructura económica. Encuentro que existen numerosos ejemplos de comunidades de bienes, en las que rige un sistema de gobierno representativo, semejante a los gobiernos que también rigen comunidades donde la propiedad privada domina toda la infraestructura.

A pesar de las dudas, lo material, para bien y para mal, es el hogar de nuestras almas. La materia, en cualquier caso, no solo está en todo lo que nos rodea, sino que forma parte de nuestra misma persona. Este mineral abundante, que se desploma, que se divide y se une, que se extrae y atrae por fuerzas cuya naturaleza desconocemos… esta materia no se estaciona nunca. Es nuestra casa, con la que somos arrastrados sin descanso hacia más y menos materia. Se nos ha juntado en ojos que observan a distancia, en manos que palpan sus semejantes trozos de cosas, en oídos, en olfato y en gusto, en sentidos que racionalizan los movimientos hacia los que se conducen todos nuestros pesos. A esta cosa de frenética raza se ha pegado nuestra alma.

Si la democracia no mirase hacia la parte material de cada uno, si solo hiciese referencia a la forma de regular quiénes van a dictar y ejecutar las órdenes, quiénes a formularlas, y a vigilarlas, y no mirase la materia de cada hogar humano, no la lustrase, la frenase, y la revolucionase, no sería una ideología para regir la materia de nuestro alma, sino la ideología con la que nuestra materia regiría en nuestra mente.

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