El gordo y el flaco

Se dice que no se debe discriminar; bueno, no se dice eso exactamente. Así, discriminar, en general, puede significar muchas cosas. O sea, que ya estamos liados. Que si esto significa otra cosa, que si no es eso, que si visto así… Pues sí. Es el problema de siempre, claro. Porque no hay tantas palabras, como cosas y sentidos corren por la vida. Por eso, las mismas palabras sirven para distintas cosas. Pero claro, cuando eso pasa, ¿cómo, cada interlocutor sabrá, para qué exactas cosas se está usando cada palabra? No es cosa fácil. No es ciencia cierta.

Cuando se dice que no se debe discriminar, generalmente se hace referencia al trato hacia los demás. Y lo que se quiere decir es que se debe tratar a los demás sin excluirlos. De esto hay muchas versiones, porque amplias capas de la sociedad hemos sido educadas bajo la cultura de la exclusión grupal (social en sentido amplio). El caso es que reproducimos la conducta de excluir, tan habitualmente como cuantas veces deseamos comer. Excluir, por lo demás, es un mecanismo que se confunde en la forma con la estructura de la diversidad, pues comparten el modelo de un mundo lleno de compartimentos.

Ahora bien, un mundo en el que se dice que la selección excluyente es el principio de la Ley evolutiva, es un mundo bien fertilizado para una inagotable cosecha de frutos discriminantes. Y, en definitiva, se antoja de justificación contradictoria ir contra (esa) natura. Pensemos que si tuviésemos que elegir para ocupar un trabajo de velocidad entre un joven y una persona mayor, sería ir contra "natura" elegir a quien es más lento. ¿O no? Hay muchos más ejemplos; en realidad, hay ejemplos para todos los trabajos, porque a cada puesto le corresponde una finalidad, de forma que la óptima adecuación del puesto a la finalidad, se producirá cuando lo ocupe la persona más apta. De esta forma, considerando lo óptimo en el trabajo, se llegará a la aptitud como criterio de selección, y a la exclusión del menos apto. ¿No es así? Además, es la misma ley de la selección natural. Nos dicen que es la Ley evolutiva.

Entonces, si es necesario seleccionar ¿es inevitable excluir? Solo si se piensa sin esperanza se verá la exclusión como una consecuencia inevitable de la selección. Pero antes de mirar al paraíso del hombre, hay que decir que la lucha de clases no es el motor de la historia. La dinámica del mundo vive al calor de la inmutable reciprocidad que está por, y entre padres e hijos. ¿O acaso ningún hijo que heredare una mina de oro renunciará a ella alguna vez? Y los que renunciaren, ¿acaso lo harán por la lucha de clases? ¿Y acaso no morirán todos alguna día sin que sus hijos tengan que luchar para sobrevivir?

En nuestra sociedad, excluir a cualquier persona debe estar prohibido. A cualquiera a quien se le excluya, debe tener el derecho de anular esa conducta.

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