El dinero a los pobres

La pobreza, la extrema y la "normal", es una cuestión de dinero. Esto es muy importante que quede claro. De hecho, es imprescindible entender que esta es la primera condición de la pobreza, porque solo de esta forma podremos mantener un diálogo productivo y desarticular los falsos discursos.

Si, cuando se habla de pobreza, se piensa que una cuestión importante es, por ejemplo, la propia actitud del individuo, la solución que se proponga, en buena medida vendrá dada en relación con la subjetividad. Si se piensa que es una cuestión de dinero, en cambio, la solución vendrá dada en relación con la cantidad de dinero que tenga cada uno.

En algunas instituciones mundiales, como la AIF, se asocia la pobreza a ciertos indicadores como el desempleo, el agua, la electricidad, la sanidad, la educación, etc. Sin embargo, en cada país en los que esos indicadores son observados, los ricos ya disfrutan de valiosísimos recursos de empleo, agua, electricidad…, justo al lado de los pobres. Los pobres, entonces, lo que necesitan es dinero para disfrutar de esos bienes, cuyos precios solo pueden pagar los ricos.

Ahora bien, se pensará que el dinero es solo una moneda de cambio, y que los bienes son escasos, y que si no se producen más bienes no se podrán repartir a todos. Pero precisamente esa es la cuestión: Que cuando se produzcan más, se tendrá que seguir teniendo dinero para disfrutar de ellos. Por eso, hablemos de los que haya hoy, y de los que hubiere mañana, después.

La pobreza, la extrema y la "normal" (El Banco Mundial declara como sus fines poner fin a la "pobreza extrema" y promover la prosperidad compartida de manera sostenible), es una condición del individuo que depende del dinero que tiene: menos dinero es igual a más pobreza. Si por ejemplo, una persona no tuviera dinero, pero gracias a la caridad del prójimo disfrutase de agua, educación, pan, etc., como pudiera haber sido la experiencia de San Pedro de Alcántara, o semejantemente a muchas otras personas, su condición de pobres gentes no cambiaría. Esto significaría que habría pobres que lo fueran voluntariamente, pero no significará que los pobres no disfruten de bienes de consumo, incluso de más que algunos ricos.

Al fin y al cabo el sitio más seguro en el que la pobreza encontrará su solución es en el mismo pobre. Porque por mucho que se le dé dinero a un gobierno, si no se le da directamente al pobre, solo se conseguirá que la riqueza aumente en el gobierno, en el país tomado en general, pero esto es cosa distinta. Si se quiere luchar contra la pobreza, el dinero hay que dárselo al pobre. En relación con la pobreza, la inversión en infraestructuras solo tiene significado si su valor se capitaliza y se reparte con los pobres.

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