Botifarra y jamón serrano

La propiedad de la Tierra no puede quedar sujeta al arbitrio de un grupo de personas que se autodenominan "nacionales" de esa tierra. Es cierto, que la historia de las "naciones" tiene un peso específico dentro de la historia de la civilización humana; pero también es cierto que ninguna nación tiene un derecho propio sobre ninguna porción de tierra en concreto. En la medida en que las autodenominadas naciones han querido defender derechos de propiedad sobre la Naturaleza, han sembrado la barbarie de las guerras.

El caso es que, la propiedad de la Tierra, del globo terráqueo, está distribuida en grupos. A este tipo de propiedad se le puede encontrar sinonimia con el término de jurisdicción, no obstante ser este un vocablo con homonimia. Pero, no porque la jurisdicción territorial implique la propiedad de un terruño, se ha de corresponder la nacionalidad. Así, postúlese que la nacionalidad no implique derecho a territorio, ni que la jurisdicción implique nacionalidad, y resultará que la nacionalidad carecerá de entidad política (entendiendo por político, el conjunto de las cosas relativas al orden social).

Según lo anterior, parecería que nacionalidad y sociedad no serían compatibles. Pero no es así. Con lo que nacionalidad sería incompatible es con servir de criterio para establecer normas (por la nota de generalidad de estas). Por decirlo en lenguaje de derechos humanos: la nacionalidad sería un criterio discriminatorio.

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