Big Brother

En nuestra sociedad, se ha creado algo parecido al Gran Hermano que nos contó Orwell. Nos abraza un gran espía que inmediatamente monitoriza nuestra actividad diaria. Además, mucho de lo que nosotros no sabemos, como pueda ser qué o quién haya a nuestro lado, o esté en relación oculta con nosotros, también lo registra el Hermano Mayor.

Este "yo" que nos roban diariamente, segundo a segundo, es un verdadero número. En el Gran Hermano somos cosas en el más puro de sus sentidos. Bastaría con acercarse lo más posible a nuestro "yo" cosificado, para que fuésemos perdidos de vista. Y eso es lo que precisamente hacen muchos ciudadanos, que se limitan a tener un paso sencillo, de números discretos, sin llamar a la puerta, y así, el "yo" suyo, se parece tanto al "yo" de otros, que se les engrandece su intimidad.

Pero, si la pereza del Gran Hermano no fuera la que es, si su soberbia y envidia no fueran tan enormes, nuestros "yos" nunca serían despertados por su ira y su avaricia, y seguirían sumando cifras y letras, tan silentes como la vida de los pobres.

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