Desempleo: una organización criminal

En el régimen de explotación capitalista, donde las plusvalías que produce la mano de obra asalariada, son expropiadas por el empresario, el desempleo es una pieza clave del enriquecimiento injusto. Hay que advertir que el régimen de explotación está pseudo-encubierto por la teoría de la libertad de pactos, cuyo análisis se expondrá en otro momento.

En efecto, una masa de desempleados suficiente, preparada, capaz de trabajar y en sostenido estado de necesidad, es un factor indiscutible de depresión sobre los salarios. En consecuencia, si el empresario puede reducir el gasto en salarios, no por razones de competitividad, sino por razones de oportunidad y exceso de mano de obra (cuando el empleo es un bien escaso, la consecuencia en su valor, es que el empresario lo venderá más caro, y por lo tanto el asalariado trabajará por menos sueldo), entonces su margen de apropiación de las plusvalías aumentará: su negocio se hace más rentable.

Así, el desempleo, cuando supone una oportunidad para la clase empresarial (lo que ocurre estructuralmente desde la revolución industrial), es un instrumento coactivo contra la clase trabajadora y es el medio de la comisión de un delito de escala vital.

La organización criminal entorno a este modo de conducta delictiva, se aprovecha de algunas otras piezas clave, que sirven no obstante a otros fines de la flaca clase rica. Así, por ejemplo, los insustituibles monopolios sobre las materias primas, sobre la emisión de moneda y sobre la tecnología industrial, sirven un apoyo fundamental al objetivo de imponer el valor real del salario. Al fin y al cabo, se trata de una red propia del sistema capitalista que a través del mantenimiento de una estructura de desempleados, coacciona el libre ejercicio del derecho al trabajo y a la paz social. Los bienes jurídicos ofendidos pertenecen al núcleo más cercano de la dignidad humana, por eso el crimen que se comete favorece claramente la pervivencia de la esclavitud.





















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