Felipe VI en Nueva York

La ONU no puede con el Mundo. Hoy en día se le escapa por todos los lados. Todos pensamos en la Paz cuando escuchamos el nombre de la ONU. De la Paz mundial, naturalmente; no de la paz personal. De hecho, la Carta fundacional del 26 de junio de 1945, firmada en San Francisco, abre su preámbulo proclamando resueltamente el ánimo frente a la guerra.

Desde aquel día, no creo que haya pasado uno solo en el que no haya habido guerras en el Planeta. Desde aquel día, en el que los cielos y los mares intercontinentales ya se habían terminado de conquistar por los motores humanos, ni un segundo ha pasado sin comercio internacional a escala global. El dinero ya era mundialmente la unidad de las naciones.

El horror de la guerra ha abierto sus poderosas y sangrientas entrañas todas las mañanas y todas las noches desde que la ONU manifestó su voluntad de erigirse en el Poder mundial defensor de la Paz. Para ello se dotó de un concepto, "la paz y seguridad internacionales", y de un artículo: el 42. Pero la ONU no puede con el Mundo.

Ningún status quo ni ninguna teoría sobre los equilibrios mundiales, pueden justificar la situación de guerra civil. Este salvajismo humano, no cabe en ninguna teoría sobre las relaciones sociales, y debe ser prohibido categóricamente. Ningún miembro de la ONU puede serlo sin prestar su soberano consentimiento a prohibir la guerra civil. No podrán tener fronteras sin prestar su consentimiento a no permitir que bajo ellas se produzcan actos de guerra civil. Todos y cada uno de los miembros de la ONU deberán declarar que la guerra civil es ilegal y que se someten a la Paz Internacional para luchar contra ella.





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