Conexiones afectivas

En la relación subjetiva que establecemos con los demás, el afecto que en cada momento tenemos respecto de la otra persona, aunque quede bien oculto en nuestro interior, no por ello deja de ser real.

Esto puede significar que como tal cosa real que es, produzca un cierto campo de acción, a través del cual también se haga sentir en el exterior. Si este fuese el caso, nuestro afecto o disposición interior respecto de los demás, podría ser automáticamente sentido por los demás y en consecuencia producirse en ellos una respuesta automática, adecuada a nuestro afecto. Todo ello podría producirse en un nivel inconsciente, aunque la respuesta afectica (producida inconscientemente), pasase a formar parte de la realidad consciente del sujeto, y cuya causa, por desconocimiento, se atribuyese a la propia personalidad.

Según esta explicación, las personas siempre estarían afectivamente conectadas, tanto en campos de resultados positivos como en los de resultados negativos. Así, cuando una persona quiere engañar a otra, automáticamente, el afecto que se produce en esta última, en primer lugar vendría determinado por el verdadero afecto de la primera; y en segundo lugar, la máscara del engaño produciría esa especie de perplejidad misteriosa que sentimos cuando alguien nos quiere engañar usando sus mejores artes, y que sólo se desvanece conforme la mentira se va descubriendo…, estemos o no ya envueltos por ella.





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