Sobre la hipótesis de Eliane Brum


No es fácil comprender a qué se reduce lo que quiere decir Eliane Brum en su artículo "¿Todo inocente es un hijo de perra?, titulado así en su traducción española publicada este 2 de marzo por los medios.



No obstante, se puede empezar por el final, donde la autora plantea una hipótesis: "el inocente es un asesino": Que contextualizada viene a decir que todos los seres humanos somos unos asesinos. A pesar de que la línea argumentativa es tímidamente sinuosa, se puede afirmar que describe un mundo en el que los actos de comercio están al fin y al cabo ligados a injusticias manifiestas, las cuales hoy en día serían condenadas por cualquiera como actos de explotación infantil, de crueldad en el trato animal, de violencia contra las poblaciones pobres, de ataque contra la Naturaleza y de violaciones en general a los derechos humanos. Así, el consumo humano, desde cualquier instancia en que se produzca, sirve de causa final y cierra el círculo de todos aquellos fundamentos de la producción de nuestro mundo global en los que el crimen se dice que es la norma.



Además, el artículo, está barnizado de catastrofismo. Y a nivel ontológico, se podría etiquetar como de influencia escéptica.



Naturalmente, lo que dice no se sostiene. Porque, primero, no es verdad que estemos ante "uno de los mayores dilemas éticos de nuestra historia", y ello, simplemente, debido a que el sistema de producción en su totalidad sea injusto. Esta "injusticia", no creo que no se haya producido siempre, con igual intensidad a la de ahora. La autora, en el fondo, está abriendo la puerta de la Justicia, y empieza sugiriendo que nunca ha sido tan difícil obrar en conciencia, lo cual exige mayor profundidad.



Dejo el anterior comentario sin más desarrollo, a la espera de una posible explicación que se añada por la autora sobre la singular importancia del momento actual para la historia de la ética; juicio que, como digo, no parece quedar justificado con la mera alusión a un sistema de producción injusto, por mucho que éste esté globalizado.



Antes de finalizar, retomo la hipótesis formulada por Eliane Brum, a la que me referí al principio. Si el inocente es un asesino, esto es, si todos los seres humanos estamos condenados esencialmente, o si el atributo de asesino forma parte de la definición de ser humano, ello es una cuestión, pero otra cuestión es que el ser humano sea libre y pueda salvarse mediante sus actos. Dejo aquí la cuestión, porque no parece así mismo, que la autora trabaje con esta última posibilidad, dado el espíritu fatalista que se observa en su artículo. No obstante, sí contestaré que su hipótesis tampoco es cierta, porque la culpa no es esencial al carácter humano, y un ser humano puede seguir la senda del bien, y de esta forma, alejarse del mal, incluso comprando hoy en día un trozo de carne para comer.

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