La pirámide política (12)
No hay nada, cuyo
origen, no nos abra un interrogante que caiga, sin mucho esfuerzo, en una espiral
de preguntas que se conducen progresivamente hacia un atrás: hasta que el
insondable se agiganta.
No es lo mismo el
fenómeno de la liberación humana, que el de la libertad humana; ni tampoco son
lo mismo que la libertad de conciencia ni que la libertad jurídica. Lo primero
está ligado a la verdad, lo segundo está ligado a la inteligencia, lo tercero y
lo cuarto a la obligación. Y todas se juntan en la Libertad. Y todo proviene de
lo insondable.
Unos, sentimos antes
la falta de libertad que a ella misma; otros, sentimos la libertad antes de que
desaparezca. En esencia, contiene la idea de la plena identidad de la persona.
Porque una vez liberado seré idéntico a mí mismo; una vez entendidos los mundos,
mi inteligencia será idéntica al Universo; porque una vez mi conciencia sea
libre, será idéntica al bien, y una vez mi libertad jurídica sea plena, seré
socialmente idéntico.
Para mí, la
Libertad, es una fuerza que me empuja hacia la verdad. Ya hemos apuntado el
carácter falible de nuestros sentidos, con lo que se comprende que nuestro
conocimiento contiene distorsiones. Si la verdad está en el sujeto o en el
objeto, es otra asignatura, porque lo que decimos es, que la búsqueda de la
verdad es vivir.
Otra libertad queda entretejida con la Naturaleza... cuando el peso de la materia y su gravedad, cuando
sus leyes, cuando el tiempo, le tienden hilvanes y la recolocan. El hombre siempre
ha jugado con esos hilos, sintiendo el eco de un combate, derrotado y triunfante
una y otra vez. Porque el tiempo es inexorable, porque las leyes son
inflexibles…, la Libertad se queda pequeña. Pero el hombre, que se mira a sí,
se ve libre y… se crece. Luego digo, en un alto de la dialéctica, que cada
efecto (incluso el mismo) tiene su causa (incluso la misma), porque lo dice el
tiempo, porque lo dice la Ley: y la Libertad pierde. Luego digo, en un valle del
curso, que yo soy causa, que soy libertad y que viajaré por el tiempo y haré
mis leyes y… la Libertad gana y la flecha del tiempo pierde. Debe ser cosa de
lo insondable, porque, si no afirmo mi origen, ¿cómo voy a describir mi fuerza
vital? Y si lo afirmo ¿qué libertad tendré que no haya heredado? ¿Acaso se
resuelve una ecuación con dos incógnitas? Por ello, asentaré el principio de mi
ser y el combate desaparecerá… Yo hablaba de una fuerza que empujaba hacia la
verdad.
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