La pirámide política
I
Se plantea la cuestión sobre si existe un orden natural en el que las cosas se subordinan unas a otras y en última instancia a una suprema.
Pensemos igualmente en una secuencia de actos, todos los cuales son necesarios para conseguir un determinado fin; por ejemplo en la construcción de un edificio son necesarios una serie de trabajos separados que sólo cobran sentido desde la perspectiva que ofrece la unidad del edificio.
No vamos a presuponer que en función de un criterio temporal, todo esquema aplicable a casos semejantes a los anteriores, coloque primero la unidad y después, como consecuencia de ella, la pluralidad. Por lo tanto, trataremos el esquema en doble sentido: de lo plural a la unidad y viceversa.
Se plantea la cuestión sobre si existe un orden natural en el que las cosas se subordinan unas a otras y en última instancia a una suprema.
Se propondrá como tesis que sí existe tal orden.
Esto significa que existe una unidad de la cual surge todo lo
demás; por ejemplo la teoría del Big Bang considera que todo el Universo actual
proviene de un núcleo; en este ejemplo se contiene la idea de una unidad que se
desenvuelve en un universo plural, el cual es contenido por la unidad; otro
ejemplo es el ordenamiento jurídico, en el que una norma suprema culmina todo
el sistema de derechos y obligaciones; por último un tercer ejemplo es la
fórmula según la cual todas las acciones humanas se hacen a la vista de un
único fin, que es la felicidad.
Este fenómeno se refleja claramente en el método que
clasifica las cosas en géneros y especies, ya que el género comprende a las
especies y la suma de las especies indica el género. Por ejemplo, se puede
afirmar que las expresiones de "libro con imágenes" y "libro sin
imágenes" presuponen el concepto de libro y que el conjunto de ambos, no
habiendo otros libros, es el "libros".
Pensemos en un grupo de individuos formado por dos personas;
podremos destacar entonces los rasgos que caracterizan a cada una de ellas;
ahora pensemos en que de alguna forma esos individuos se unen, de lo que podría
resultar la aparición de una nueva entidad, y cuyos rasgos caracterizadores
serían distintos de aquellos rasgos que poseían cada uno de los individuos por
separado. Un ejemplo con otra sustancia lo proporciona el agua, que formada por
dos elementos, oxígeno e hidrógeno, se distingue en sus características de las
que presentan cada uno de estos elementos por separado.
Añadimos como hipótesis para estos dos últimos ejemplos, que
tanto para el caso de las dos personas como para el del agua, esa unidad
resultante tiene como materia esencial de su cuerpo el "compromiso";
claro está que en el segundo caso lo que se intercambia y comparte son
electrones.Pensemos igualmente en una secuencia de actos, todos los cuales son necesarios para conseguir un determinado fin; por ejemplo en la construcción de un edificio son necesarios una serie de trabajos separados que sólo cobran sentido desde la perspectiva que ofrece la unidad del edificio.
No vamos a presuponer que en función de un criterio temporal, todo esquema aplicable a casos semejantes a los anteriores, coloque primero la unidad y después, como consecuencia de ella, la pluralidad. Por lo tanto, trataremos el esquema en doble sentido: de lo plural a la unidad y viceversa.
La subordinación denota términos como "poder",
"origen", "conexión", "orden",
"dependencia" o "superioridad".
Denominaré "piramidalidad" el fenómeno (aparente o
real) según el cual existe una dirección con doble sentido que apunta entre sí lo plural con la unidad comprensiva.
La pirámide política sería un caso de este fenómeno. Grosso
modo, se tomará rápido contacto con esta idea, dirigiendo el pensamiento
hacia instituciones como la de los faraones egipcios, los reyes medievales y
del antiguo régimen, o los gobiernos actuales. Vamos a examinar qué
características presenta y cómo responde al fenómeno de la piramidalidad.
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