El veneno de la actitud competitiva

Ser competitivo puede ser útil para el caso de querer ganar a otros. Puede incluso ser la actitud más útil para tener ese éxito. Pero cuando el objetivo no es ganar a nadie, ni si quiera como parte de otro plan, la actitud competitiva podría suponer un desorden para la conducta; podría suponer una carga que contamina la libertad de juicio. Además cuando el objetivo no es, ni deba ser ganar a nadie, la actitud competitiva podría atraer las ganas de querer ganar a alguien, provocando tensiones tanto en uno mismo como en las relaciones con los demás. La actitud competitiva podría ser una suerte de desgracia por cuanto podría ser indisociable del dolor, la pérdida, el hundimiento, el fracaso, la exclusión, la confrontación, el secreto injusto, la insolidaridad y muchas otras disposiciones humanas incompatibles con la fraternidad.

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