Daños, ignorancia y riesgo (II)
De los actos propios se debe responder siempre, de forma que nada de lo
que pase pueda quedar sin dueño; y puesto que cuando la Naturaleza
interviene en el devenir de los hechos, ello no es cosa que lo mienta,
sino que sólo lo confunde, resulta fácil separarlo.
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