Liderazgo democrático (I)

Si se visualiza el actual fenómeno democrático, como un conjunto de dos grupos, el primero formado por el líder y sus profesionales corifeos, y el segundo por el resto de la población, puede parecer que la democracia fluye desde la población al líder político (sufragio). Esta afluencia debiera ser sólo una ilusión, reflejo de lo puro democrático que se encontraría firme, asentado y dando sólido fundamento al total del conjunto. Por de pronto, observando más detenidamente aquel flujo ilusorio, se aprecia el principio de representación, teóricamente sirviendo a la necesidad política de concentrar voluntades y unificar decisiones. ¿Significa que el flujo que se aparecía era un síntoma de la Ley de la representatividad? Aparentemente tampoco, porque la representatividad, en la práctica, suele implicar mandato, que por definición no existe en la democracia parlamentaria. ¿Dónde, entonces, se esconde lo democrático que revele con su luz aquel aparente flujo que se mueve desde la población al líder político? Debería encontrarse en el pacto, donde nace la comunidad igualitaria... y ¿cuál es el pacto del líder político? ¿Por qué no se observa?

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