Fronteras: una cosa injusta
Las fronteras separan y dividen. Yo no pienso que sirvan para proteger el producto interior en sí mismo, porque en realidad lo que protegen es su propiedad, y ello de manera injusta. Sería como encerrar una flor en un cuarto oscuro: se marchita. La afluencia de personas hacia un lugar donde se acumula riqueza es positiva. La conjunción de personas, siempre es positiva. Si en un territorio se ha alcanzado una organización social determinada que es capaz de producir una riqueza mayor que en otros territorios, lo justo es favorecer que se sumen más personas a ese nivel de organización. Pudiera ser que se le fuesen a sumar todas las personas que existen, y eso, para la riqueza de ese territorio, sería lo mejor.
Cita textual de la traduccion al castellano del libro IMPERIO de Hardt y Negri.
ResponderEliminarPese a reconocer todo esto, insistimos en afirmar que la construcción del Imperio es
un paso adelante para librarse de toda nostalgia por las estructuras de poder que lo
precedieron y un rechazo a toda estrategia política que incluya un retorno a ese viejo
orden, tal como intentar resucitar al Estado-nación para protegerse contra el capital
global. Sostenemos que el Imperio es mejor del mismo modo que Marx sostenía que
el capitalismo era mejor que las formas sociales y los modos de producción que lo
precedieron. La visión de Marx se basaba en un sano y lúcido disgusto por las
jerarquías rígidas y parroquiales que precedieron a la sociedad capitalista, como,
asimismo, en un reconocimiento del incremento del potencial para la liberación en la
nueva situación. Del mismo modo podemos ver hoy que el Imperio elimina a los
crueles regímenes del poder moderno y también incrementa el potencial de
liberación.
Nos damos perfecta cuenta que al afirmar estas tesis estamos nadando contra la
corriente de nuestros amigos y camaradas de la Izquierda. Durante las largas décadas
de la actual crisis de la izquierda comunista, socialista y liberal que han seguido a los
'60, una amplia porción del pensamiento crítico, tanto en los países dominantes de
desarrollo capitalista como en los subordinados, ha intentado recomponer sitios de
resistencia fundados en las identidades de sujetos sociales o grupos nacionales y
regionales, a menudo basando los análisis políticos en la localización de las luchas.
Dichos argumentos están a veces construidos desde el punto de vista de movimientos
o políticas de "base-local", en los cuales las fronteras del lugar (concebido como
identidad o territorio) son levantadas contra el espacio indiferenciado y homogéneo
de las redes globales. 2 En otras épocas estos argumentos políticos dibujaban la
prolongada tradición del nacionalismo izquierdista, en el cual, (en los mejores casos)
la nación era concebida como el mecanismo de defensa primario contra la
dominación del capital global y / o foráneo. Hoy, el silogismo operativo en el
núcleo de las diferentes formas de estrategia "local" de Izquierda parece ser por
completo reactivo: Si la dominación capitalista se está volviendo cada vez más
global, entonces nuestras resistencias a ella deben defender lo local y construir
barreras a los flujos acelerados del capital. Desde esta perspectiva, la globalización
real del capital y la constitución del Imperio deben ser consideradas signos de
desposeimiento y derrota.
Nosotros sostenemos, sin embargo, que hoy esa posición localista, aunque admiramos
y respetamos el espíritu de algunos de sus sostenedores, es tanto falsa como dañina.
Es falsa, antes que nada, porque el problema está expuesto pobremente. En muchas
caracterizaciones el problema se asienta sobre una dicotomía falsa entre los global y
lo local, asumiendo que lo global incluye homogeneización e identidad
indiferenciada, mientras lo local preserva la heterogeneidad y las diferencias. Con
frecuencia en esos argumentos está implícita la asunción que las diferencias de lo
local son, en algún sentido, naturales, o, al menos, que su origen no está en
cuestionamiento. Las diferencias locales son preexistentes a la escena actual, y deben
ser defendidas o protegidas contra la intrusión de la globalización.
continuacion del anterior
ResponderEliminarNo debe
sorprendernos, dada dicha asunción, que muchas defensas de lo local adopten la
terminología de la ecología tradicional e incluso identifiquen este proyecto político
"local" con la defensa de la naturaleza y la biodiversidad. Esta visión puede derivar
fácilmente en una clase de primordialismo que fija y romantiza las relaciones sociales
y las identidades. Lo que es necesario analizar, en verdad, es precisamente la
producción de localismo, es decir, las máquinas sociales que crean y recrean las
identidades y diferencias que son entendidas como lo local. 4 Las diferencias
localistas no son preexistentes ni naturales, sino, en verdad, efectos de un régimen de
producción. La globalidad, similarmente, no debe ser entendida desde el punto de
vista de homogeneización cultural, política o económica. La globalización, como la
localización, debe ser entendida, en cambio, como un régimen de producción de
identidad o diferencia, o, verdaderamente, de homogeneización y heterogeneización.
El mejor marco, entonces, para designar la distinción entre lo global y lo local debe
referirse a diferentes redes de flujos y obstáculos en las cuales el momento o la
perspectiva local da prioridad a las barreras deterritorializantes o límites, y el
momento global privilegia la movilidad de flujos deterritorializantes. Es falso, en
todo caso, sostener que podemos [re] establecer identidades locales que en algún
sentido están afuera y protegidas contra los flujos globales de capital y el Imperio.
Esta estrategia Izquierdista de resistencia a la globalización y defensa de lo local es
también dañina porque en muchos casos lo que aparece como identidades locales no
son autónomas o auto-determinantes sino que, en realidad, alimentan y sostienen al
desarrollo de la máquina imperial capitalista. La globalización o deterritorialización
operada por la máquina imperial no está de hecho opuesta a la localización o
reterritorialización, sino, en verdad, colocada en un juego móvil y en circuitos
modulantes de diferenciación e identificación. La estrategia de resistencia local no
identifica, y con esto enmascara, al enemigo. No estamos de ningún modo opuestos a
la globalización de las relaciones como tales - de hecho, como dijimos, las más
poderosas fuerzas del internacionalismo de Izquierda han conducido este proceso. El
enemigo, ciertamente, es un régimen específico de relaciones globales que llamamos
Imperio. Más importante: esta estrategia de defender lo local es dañina porque
oscurece e incluso niega las alternativas reales y los potenciales para la liberación que
Libro “Imperio” - Michael Hardt y Toni Negri
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existen dentro del Imperio. Debemos abandonar de una vez y para siempre la
búsqueda de un afuera, un punto de vista que imagina una pureza para nuestras
políticas. Es mejor, tanto teóricamente como prácticamente, entrar en el terreno del
Imperio y confrontar sus flujos homogeneizantes y heterogeneizantes en toda su
complejidad, apoyando nuestros análisis en el poder de la multitud global.